Sin disimulo bordan su ajuar mis ojos al mirarte, ilusiones como
collares engarzados a tu nombre, ¡Mi amor! ¡Mi donde! hábitat de mis
suspiros, desbordados y desmedidos, deslimitados e
indeformes.
Parte infinita de mi noche y mi día, el amor convida y
acudimos por los atajos que los latidos en sus poemas recitan, a
saborearle a la vida el dulce milagro que nos es al amarnos como se ama
y no se olvida.
Sin deshilacharnos el deseo los besos escarban las
entrañas como el rocío hace al alba con las flores de su cielo, alma y
vida, siembra y verbo, caricia en ecos volviéndonos al sentir sublevado
con su magia en porvenir de vivirnos al raso del
sentimiento.