Mi corazón limita en la palma de tu mano, fronterizo con el cosmos que hay en tus ojos, y recorre los besos que tu silencio me da como ave migratoria buscando el hábitat cálida, las ansias sabias y la suerte viajera de saber volar.
Mis asuntos van a tu pecho y sueltan sus riendas, desvistiendo las prendas de tus tentaciones, y se nos duerme el día cuando canta el suspiro en un territorio abierto a sus locuciones con la piel por los talones y el alma,... el alma en vilo.
Esencia |