«... (Hay) un tipo de personaje que se repite mucho en las historias de
Alice Munro: la mujer que guarda sus sentimientos y sus pasiones
para sí, debajo de una superficie apacible, y que de pronto un día se
atreve a hacer algo que le provoca remordimiento pero de lo que no
se arrrepiente, porque sabe que no podría haber actuado
de otra manera. (...)
Las mujeres de Alice Munro huyen de pronto, desertan, se entregan
a aventuras eróticas que saben insensatas pero a las que no quieren
renunciar, abandonan a sus familias y renuncian a la respetabilidad
social y a la solidez económica para instalarse en ciudades lejanas,
en baratos apartamentos alquilados. Obtienen trabajos mediocres,
escriben cartas, resisten a cuerpo limpio el cerco de la soledad y
el desasosiego de la culpa. No son víctimas del abuso físico,
cargadas de razones, o mujeres de una altura intelectual o
de romanticismo que sus romos maridos no aceptan ni entienden.
No son exactamente buenas, ni positivas, a la manera de esas heroínas
como de realismo socialista soviético que abundan en la literatura
considerada canónicamente de mujeres.
Sus maridos las aman y les tienen respeto, pero ellas no están interesadas
en el respeto ni en el amor de sus maridos, y les son infieles con
mala conciencia, pero también con perfecta convicción,
con una distancia fría que es la misma que a veces dedican a sus hijos.
Cuidan a esposos o a padres enfermos, cumpliendo antiguas deudas
ternura, y a la vez sienten la molestia inmensa de esa obligación, y
desearían salir huyendo de ella.
En las historias de Alice Munro las protagonistas saben que elegir
tiene un precio muchas veces muy alto, y que lo más deseado,
lo que más se corresponde con la verdad íntima de uno mismo,
puede ser dañino o cruel para otros.
Su atención cuidadosa y escrutadora a los sentimientos es un
cristal transparente que no se empaña nunca de complacencia
ni de sentimentalismo.
Sus mujeres tienen la tentación urgente del porvenir y el legado
de una memoria que las vincula a un ayer extinguido, opresor y mezquino,
marcado por la pobreza y las tristes sombras familiares, pero
también iluminado por las sensaciones de la infancia...»ANTONIO MUÑOZ MOLINAALICE MUNRO, HUIDA Y VOCACIÓN (Fragmentos)
NESKATILLA
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