VIVIR OTRAS VIDAS
Muchas personas se empeñan en vivir vidas que no son la suya.
Eso les da esperanza emocional, pero no felicidad.
Para muchos vivir la vida de otros es un clavo ardiente al que se
aferran para evitar caer en el negativismo que conlleva en muchas
ocasiones aceptar la vida que nos ha tocado.
Pero la vida es limitada, y cuando nos damos cuenta de ello,
para muchos es ya algo tarde, aunque más vale tarde que nunca.
Vivir la vida de otro evidencia el deseo de ser feliz, pero
al mismo tiempo, el temor de querer serlo, de sentirse culpable
por intentarlo siquiera.
Al mismo tiempo también es verdad que esta sociedad propicia
esa culpabilidad desde la infancia y la educación infantil.
¿Por qué creen que funciona la "prensa rosa"?
Cuando se nos identifican a los ídolos a los que debemos seguir
(y de una forma borreguna) nos atacan al desamparo emocional
inevitable del pensamiento humano.
Siempre ha sido así, desde la antigüedad.
Vivir la vida de otra persona es igual que querer alcanzar
la felicidad de esa persona. Es una utopía.
O una distonía mental. Querer ser y no poder es uno de los tópicos
de la literatura dramática para crear la base de personajes
antiheróicos y patéticos, que jamás alcanzan la felicidad.
Vivir otras vidas es un querer y no ser, pero no significa
lo mismo que vivir otros mundos.
La diferencia está en la imaginación. Vivir otras vidas no es
nada imaginativo, ni quiera valiente, por muchos sacrificios
se haga para lograrlo.
Neskatilla