Entre luces de colores, licores de dudosa procedencia y
melodías obscenas y crueles creadas a base de bisturís y
martillos percutores se encontraba la zona vip.
La gente da rienda suelta a sus vicios en la zona vip,
ellas vestidas con escuetos vestidos brillantes como
las burbujas del champán, se pasean, beben y bailan
con desenfreno en la zona vip, contonean sus cuerpos
de mimbre mientras los hombres, sentados en las mesas
reservadas, llenan una y otra vez sus copas de diseño y
miran a sus chicas con la certeza de que el resto de los
mortales que hacen lo mismo en la zona no vip nunca
podrán poseerlas.
La zona vip es como un coto de caza reservado,
los hombres vip se relacionan con las mujeres vip,
las esperan es sus butacas de cuero blanco a que
acaben su danza ritual. Los hombres no bailan en la zona vip,
en ese espacio todo está ganado de antemano, no se
necesitan alardes para la conquista, el mero hecho de
encontrarte en la zona vip ya es suficiente reclamo,
simplemente se levantan de vez en cuando para ser vistos
desde el más allá donde se roza el resto de la muchedumbre
que abarrota el local o para acudir al baño vip donde
se realizan todo tipo de necesidades del cuerpo y el alma.
La zona vip es un viaje sin retorno, si sales de ella corres
el riesgo de que te confundan con alguien a quien te pareces,
fuera de la zona vip el camarero no te trata de usted,
te pisan, te empujan y se mezclan en el éter
fragancias baratas que se entremezclan con el sudor
de los cuerpos que no cesan de bailar en movimientos
absurdos y ridículos, tu smartphone puede que no tenga 3G
y alguien puede derramar su copa en tu americana.
Es mejor no abandonar la zona vip, aunque uno no sepa
muy bien lo que hace ahí dentro, aunque tengas la certeza
de que estarías mejor apoyando tu brazo en la barra pegajosa
y sucia de cualquier taberna ruinosa en la que no
te deslumbren sus focos multicolor, en la que la música
no te machacase los sentidos y nadie te tuviera
que decir ..... puede usted pasar, don nadie.
NESKATILLA
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