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Madres de la Plaza de Mayo
Con mi panuelo blanco en la cabeza voy a reunirme a la plaza porque es jueves; voy a estrechar las manos de la ausencia, voy para que no muera la esperanza. Con un sabor a sombra en la garganta y una lagrima de plomo en el ombligo voy hurgando los adentros de la historia por encontrar la luz buscando a un hijo. Y al unirnos tras las huellas de lo incierto denunciamos el rapto de la aurora eclipsada por un filo de penumbras. Denunciamos el pozo y la picana, los clavos y el madero; denunciamos la cicuta y el destierro y el complice silencio anestesiado del que como un espectro sabe y calla. La ensagrentada garra de lo impune denunciamos la impunidad de la amenaza solapada, denunciamos las mascaras del fraude, el discurso vendido que distrae, la incongruencia del sermon profano, los escupitajos de la diferencia. Denunciamos cada gota de sangre maltratada, cada diente partido, cada puntapie, cada secuestro y frente a la tiranica soberbia y ante la traicion acerada y prepotente, dejaremos este clamor que se agranda y se expande con el viento. Para que el arbol de la verdad golpeado, herido y tantas veces calumniado no caiga entre las manos del olvido; para que los hachazos de la intolerancia no deserticen ese bosque de suenos que aun respira tiempo adentro en las lagrimas del pueblo. Tal vez por eso es que ni el oro ni la espada podran acallar mi eterna rebeldia ni amordazar del corazon los labios ni silenciar mi golgota infinito, y todo esto gracias a ese hijo que desde algun lugar de la penumbra enciende las estrellas de la noche, todo, por un hijo que desapareciendo reaparece entre la verde luz de la esperanza cuando como hoy precisamente porque es jueves nos reunimos las madres en la plaza. E.J. Malinowsky
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