Soñamos siempre. Soñamos con el alma infantil y los ojos abiertos. Sentimos como se nos va dulcemente, torpemente, lentamante, frágil y constante la vida recièn vivida. Se nos va para siempre, adherida a espasmos, contradicciones y latidos... Soñamos con ser inmortales, bienamados y felices. ¿Cómo será el futuro? ¿Vendrá acaso pisando los caminos con un fuerte crujir de hojas secas a su paso? ¿O los dioses azules del destino decidiran enviarme un ramillete de estrellas luminosas y fugaces? ¿Tejeré poemas a mis nietos o moriré mañana en la mañana? ¿Como será la mía o acaso ya habrá sido? Yo seguiré por los anchos senderos de la mente adormeciendo el alma bajo el sol dorado de mis sueños... Quiero adentrarme en mis grandiosos castillos y derrumbarme con ellos. No creo en realidades porque esas son los sueños de los demás que llegaron primero.
Viviane Nathan
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