Ya no quedan esquinas por inventar ni festilidad en la tierra de mis besos, humo espeso en cada vetanal impidiendo volcar un suspiro nuevo.
Ya me hizo suya la realidad, esculpió la sal y arena de mi cuerpo, alfarero el tiempo para mostrar la autenticidad de los sentimientos.
Ya bebí el último sorbo del dolor, desconsiderado tifón arransando mi alma, inmóvil mañana mustia de color colgada en el balcón sin esperanza.
Consumí hasta mi última gota de sangre, crucé el alambre del trapecio incoherente, me di de frente con tu silencio al nombrarme y morí en el derrame de mi amor por tenerte.
No me ampara el llanto mas a él me abrazo, a falta de tu regazo queda mi vacío, ese tuyo y ese mío naufragaron donde tanto se amaron hoy se han perdido.
Esencia
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