En la vida podemos decir que hay tres tipos de personas: los amigos, los enemigos y el resto de las personas. Dentro de estos tipos hay, obviamente, otras clasificaciones. La más fácil, al contrario de lo que se piensa, es la de los amigos. Sí, porque o son los amigos verdaderos o son las típicas personas que juegan y te adoran un rato y después te dejan tiradas.

La siguiente sería la del resto de las personas: las que nos caen bien con tan sólo verlas, las que nos caen mal, las que vemos queremos ser sus amigos pero no nos atrevemos, los enemigos potenciales (esos que seguramente por nada que hagas y no les guste te van a odiar)... Es un poco lioso pero a este grupo no le solemos hacer mucho caso, lástima porque te puedes llegar a perder a gente interesante.

La tercera es la que nos queda, los enemigos. Yo los suelo clasificar por gente falsa. Sí, vale, así a simple vista no parece una clasificación muy difícil, pero es que aquí se juntan todas las personas que sobran en los otros juntos, y creedme son muy peligrosos. El modus operandi de estas personas suele ser este: meterse poco a poco entre tus amigos mediante elogios y ayudas con el único objetivo de ir, poco a poco, minando tu moral para cuando estás en las ultimas clavarte el puñal por la espalda.

Es difícil reconocer a la gente falsa. Son camaleónicos, cambian constante mente de parecer y pueden pasar de ser un encanto a ser la persona más odiosa del mundo en cuestión de milésimas de segundo. Reconocerlas es difícil pero lo más curioso es que es muy fácil que te encasillen como falsa. Normalmente, te encasilla la falsa verdadera sólo por haberle respondido a una broma suya hiriente con otra, normalmente, no tan hiriente. Ahí llega el momento del show.

Ponen su voz de falsa (para mi gusto total y absolutamente repelente y chillón) y proclaman a los cuatro vientos lo falsa que eres y lo buena amiga que es ella por aguantarte. Tú intentas pasar y normalmente con el paso de los años la cosa acaba. Después de esto estaréis pensando que horror, que no te vas a fiar de nadie más y mil cosas más. Y esperarás que yo te diga que no, que siempre quedan los verdaderos amigos que te ayudarán y que si tal y cual.

Pero ¡ja!, no te voy a decir eso, claro que aun hay buenos amigos, pero por desgracia en estos tiempos es difícil encontrarlos y ante la duda es mejor tener tú el puñal preparado.

D/A