“¿Os habéis preguntado alguna vez qué ocurre con todos esos poemas escritos por ese tipo de gente que no deja que nadie los lea?” Quizá son demasiado privados y personales. Quizá no son bastante buenos. Quizá la perspectiva de que la expresión más sincera pueda llegar a verte como algo torpe, frívolo, trillado, sentimental, pretencioso, almibarado, poco original, tonto, absurdo, recargado, confuso, aburrido o simplemente lamentable, es suficiente para que cualquier aspirante a poeta decida ocultar su obra para siempre.
Naturalmente, muchos poemas terminan destruidos inmediatamente, quemados, hechos trizas, arrojados al vater… Alguna vez que otra han acabado doblados bajo algún mueble inestable, otros encuentran su escondite detrás de un ladrillo suelto de una tubería o acaban herméticamente encerrados tras la tapa de algún viejo despertador o entre las páginas de un libro que seguramente nadie llegará a abrir jamás. Puede que alguien llegue a encontrarlos algún día, pero también puede que no. La verdad es que la poesía que nadie ha leído estará casi siempre condenada a acabar en un vasto río invisible de residuos que sale de la periferia. Bueno, casi siempre…”
Neskatilla