LOS OJOS DE IBON
Nunca vi ojos tan maravillosos, y eso que los he visto
muy hermosos en mi vida. Podría escribir todo un tratado de
astronomía. Pero los ojos de aquella mujer cambiaban cada vez
que había alguna mudanza en el mundo de los sentimientos
y pasiones. Por eso los llamo los ojos de ibón.
¿Cómo son los ojos de ibón?
Vistos desde la cima de una montaña son de color verde claro;
la mitad de ellos yace a la sombra de los árboles de la vertiente
de esa montaña, la otra mitad nos refleja la claridad del sol:
son como una risa fresca y alegre.
Otras veces, cuando el ábrego hace sobre ellos ligeras arrugas,
toman un color verde oscuro, después moreno y más tarde negro:
reflejan el color de las nubes, y sus rayos no parecen salir de dentro.
Cuando se extiende la obscuridad de la noche, en su negro espejo
lucen innumerable estrellas; de vez en vez se vislumbra sobre
las aguas un resplandor, un ave deja allí una estela de plata:
es el paraíso de extremo a extremo.
Por entre las cimas de las dos montañas sala la luna llena:
de pronto dichos ojos de ibón se vuelven de oro fundido;
delante de ellos revolotean nieblas blancas y transparentes
que adoptan las formas de toda clase de fantasmas; las olas
comienzan a bailar sin motivo alguno; en medio del ibón surgen
grandes anillos luminosos que parecen perseguirse unos a otros;
luego desaparecen la luna tras los peñascales, y todo el ibón
toma un hermoso color azul.
Mór Jókai