Renuncio al impulso que se arroja al vacío, a los besos suicidas imprudentes, al garfio, al cuchillo, al tridente, a todo, menos al amor que te porfío.
Renuncio a la sangre incolora, al tiempo que matamos esperando, a omitir el latido que está palpitando, a sentirme fuerte, orgullosa e indolora.
Renuncio a apagar las luces, a enmudecer el son de nuestra canción, a evacuar las ganas de la pasión, a mantener brazos en cruces.
Renuncio a la ira que se pronuncia, al celo que escrementa en el portal al amor vivo que se declara mortal, renuncio a renunciar a tu denuncia.
Esencia.
|