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La cancion del camino
Era un camino negro. La noche estaba loca de relámpagos. Yo iba en mi potro salvaje por la montañosa andina. Los chasquidos alegres de los cascos, como masticaciones de monstruosas mandíbulas destrozaban los vidrios invisibles de las charcas dormidas. Tres millones de insectos formaban una como rabiosa inarmonía.
Súbito, allá, a lo lejos, por entre aquella mole doliente y pensativa de la selva, vi un puñado de luces, como un tropel de avispas.
¡La posada! El nervioso látigo persignó la carne viva de mi caballo, que rasgó los aires con un largo relincho de alegría.
Y como si la selva comprendiese todo, se quedó muda y fría.
Y hasta mí llegó, entonces, una voz clara y fina de mujer que cantaba. Cantaba. Era su canto una lenta... muy lenta... melodía: algo como un suspiro que se alarga y se alarga y se alarga... y no termina.
Entre el hondo silencio de la noche, y a través del reposo de la montaña, oíanse los acordes de aquel canto sencillo de una música íntima, como si fuesen voces que llegaran desde la otra vida..
Sofrené ml caballo; y me puse a escuchar lo que decía:
- Todos llegan de noche, todos se van de día...
Y, formándole dúo, otra voz femenina completó así la endecha con ternura infinita:
El amor es tan sólo una posada en mitad del camino de la vida.
Y las dos voces, luego, a la vez repitieron con amargura rítmica:
Todos llegan de noche, y todos se van de día ... Entonces, yo bajé de mi caballo y me acosté en la orilla de una charca.
Y fijo en ese canto que venía a través del misterio de la selva, fui cerrando los ojos al sueño y la fatiga.
Y me dormí, arrullado; y, desde entonces, cuando cruzo las selvas por rutas no sabidas, jamás busco reposo en las posadas; y duermo al aire libre mi sueño y mi fatiga, porque recuerdo siempre aquel canto sencillo de una música íntima:
Todos llegan de noche, todos se van de día! El amor es tan sólo una posada en mitad del camino de la vida...
JOSE SANTOS CHOCANO
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