Libre Albedrío
Uno se puede preguntar:
¿cómo es posible que Dios permitió que mal material fuese incluido en el Nuevo Testamento?
La respuesta es la siguiente: uno de los principios más importantes del trabajo de Dios
acerca de nuestra educación, es darnos suficiente libre albedrío,
es decir, el derecho de escoger el propio camino en la vida.
¿Quieres venir a Mí? ¡Ven! ¡Toma Mi mano,
Yo te ayudaré! ¿Quieres ir en la dirección opuesta?
Bien, puedes ir, pero intenta encontrarme de todas maneras.
Yo constantemente estaré recordándote acerca de Mí.
A lo que el hombre aspira con su mente y con la conciencia
es una indicación importante para Dios sobre cómo ayudar a esta persona.
A causa de aplicar este principio, Dios permite la inclusión de información
que tienta en los libros Sagrados que describen el Verdadero Camino.
Nosotros podemos considerar todo esto como lecciones de psicología dadas por nuestro Maestro Más Alto.
Estas lecciones incluyen pruebas frecuentes sobre nuestro avance espiritual,
sobre los niveles de nuestro desarrollo intelectual y ético.
Respecto a lo antedicho, es apropiado dar unas citas del Nuevo Testamento.
De la primera Epístola de Pablo a los Corintios (6:12): «Todo me está permitido, pero no todo es para mi bien (…)».
Lo mismo fue dicho por Jesús: «Ay del mundo por los tropiezos, pero es necesario que tales cosas vengan (…)» (Mateo 18:7).
El principio del libre albedrío implica que los resultados de cada fase del proceso educativo,
son acumulados periódicamente en lugar de «castigar» o «premiar» por cada decisión tomada por la persona.
Para ilustrarlo Jesús narró una parábola sobre un sembrador (Mateo 13:24-30):
Un hombre sembró buena semilla en su campo.
Pero, mientras los hombres dormían, su enemigo vino y sembró la cizaña entre el trigo y se fue. Cuando la hierba brotó y produjo grano, apareció también la cizaña.
Vinieron entonces los siervos del padre de la familia y le dijeron:
«¿Señor, no sembraste buena semilla en tu campo?
¿Entonces, de dónde ha venido la cizaña?»
Él les dijo: «Un enemigo ha hecho esto».
Y los siervos le dijeron:
«¿Quieres que vayamos y la arranquemos?»
Pero él dijo:
«No, no sea que al arrancar la cizaña arranquen también el trigo.
Dejen crecer conjuntamente lo uno y lo otro hasta la siega.
Y en el tiempo de la siega yo diré a los segadores:
«Recojan primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla,
luego recojan el trigo en mi granero». En esta parábola «las semillas»
son la verdadera o falsa información. Gracias a ésta el campo puede dar buena «cosecha»,
así como «cizaña». Pero cada hombre tiene el tiempo necesario, hasta la «siega»,
para escoger, a través de la búsqueda personal y sus decisiones lo que quiere llegar a ser:
«trigo» o «cizaña».
Cuando algo te tiente, Jesús aconsejó tomar decisiones duras por tu propio bien:
«Y si tu mano o tu pie te tienta, córtalo y échalo de ti. Mejor te es entrar en la Vida (Verdadera)
cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies, ser echado al fuego eterno (del infierno).
Y si tu ojo te tienta, sácalo y échalo fuera de ti.
Mejor te es entrar en la Vida con un solo ojo, que teniendo dos ojos, ser echado en el infierno de fuego» (Mateo 18:8-9).
Este tipo de lucha consigo mismo también es una manifestación del libre albedrío.
Y es a través del uso del libre albedrío que nosotros forjamos nuestros destinos.
Pero el libre albedrío no es ilimitado.
Dios interfiere cuando uno tiene que hacer un cambio en su vida, pero la inactividad le impide hacerlo. Recordemos cambios dramáticos, por ejemplo, en las vidas de las personas que tuvieron la suerte
de volverse discípulos personales de Jesús o el cambio dramático del modo de vida de Pablo, destinos de muchas personas que fueron salvadas de la oscuridad de la ignorancia por la Enseñanza de Jesús el Cristo.
Dios también interfiere en casos, cuando las personas intentan hacer algo que no tiene que pasar, algo que dañaría el progreso espiritual de las almas encarnadas. Si lo vemos de otra manera, entonces entendemos mal algo, estamos en un error.
Dios posee Amor perfecto, Sabiduría perfecta, Poder perfecto.
Él no puede pasar algo por alto, errar en algo. Él no tiene ningún enemigo que sea capaz de luchar eficazmente contra Él.
Los cuentos sobre Sus batallas con el diablo son sólo cuentos de hadas, y acerca de las personas que los toman en serio, esto caracteriza su nivel intelectual.
Dios puede materializar o desmaterializar algo, por ejemplo, el cuerpo de un malvado que intenta hacer algo que no tiene que pasar (¡objetivamente!).
Y si algo así pasó, significa que tenía que pasar,
y Dios estaba consciente de eso desde el mismo principio. Nuestra tarea es entonces intentar entender la razón.
Tenemos que aprender a confiar en Él. (Aunque no debemos hacer cosas tontas por las que Él tenga que causarnos dolor).
¡Si la conciencia está limpia, uno no tiene nada que temer!
Pero si no está limpia, hay que arrepentirse sinceramente y enmendar el mal.
Y si tenemos la conciencia limpia, pero tenemos miedo de algunas cosas terrenales
(excepto causar daño a los otros por nuestra imprudencia e inexperiencia), nuestra fe es débil,
nuestro amor por Él es débil. «No hay miedo en el amor, porque el amor perfecto echa el miedo (…).
El que teme no se ha perfeccionado en el amor» (1 Juan 4:18). «(…)
Ni uno de los pájaros caerá a la tierra sin la Voluntad de su Padre. (…)
Y aún los cabellos de su cabeza están todos contados.
Así que, no teman, ustedes valen más que muchos pájaros» (Mateo 10:29-31).
Si alguien dice que no hay ningún Dios, porque hay terremotos, huracanes y guerras, o que Él es malo y
, por consiguiente, yo no quiero creer en Él, o que Él no puede vencer al diablo.
Nos esforzamos en entender que la intención de Dios para las personas no consiste en crear para ellos un paraíso en la Tierra.
Si hubiese un paraíso en la Tierra, entonces no tendríamos ese estímulo poderoso para aspirar a otro lugar.
Al contrario, debemos recordar que aquí no hay que vivir perezosamente,
si no Él nos apurará a través de dolor, para nuestro propio bien.
La vida en la Tierra no es la Verdadera Vida.
Es sólo un corto curso educativo, una posibilidad para que uno se vuelva mejor,
para corregir el destino de la vida que viene, para acercarse a la Última Meta.
Y si no hubiese ninguna guerra y otras calamidades, sería imposible demostrar heroísmo de auto-sacrificio
por la causa de los otros o, al contrario, para traicionar como resultado de tener miedo al dolor o a la muerte del cuerpo.
Los cataclismos terrenales no son más que un acelerador de la evolución de las personas involucradas en éstos.
Es una posibilidad de llegar a ser mejor.