BRISA Y HURACAN
Todos conocemos la brisa, ese aire tenue algo fresquito que nos acaricia el rostro por las mañanas o al atardecer, ese aire que mueve dulcemente como abanicándolas, como acariciándolas las copas de los árboles, ese aire que casi no se nota discreto. Y por ende conocemos también al huracán ese aire violento, destructor, que arranca tejados. Árboles, que provoca estragos.
Lo que nunca se había visto era una entrevista en la radio, ala brisa, y al huracán. Pero aquella locutora, sabía sorprender a sus oyentes.
El primer entrevistado era la brisa, apenas se oyó entrar en el estudio, y la locutora hubo de hacerle hincapié en que hablase un poquito más alto, su voz era un tenue susurro.
No dudo en pedir disculpas, por si acaso había molestado, o causado perjuicio a alguien en algún momento. “me gusta acariciar las flores, y los árboles, pero claro a veces puedo molestar sin darme cuenta. Puedo causar daño”. La locutora le, respondió, con una sonrisa que no. Que a todo el mundo le agradaba la brisa. Sobre todo en esos días de estío, en los que, uno agradece un soplo de aire.
En un momento le hizo una pregunta “Dígame Señora Brisa, vd. nunca arranca árboles, ni tejados, nunca mueve las cosas de sitio, nunca arrastra personas.
Como mucho hace que uno se suba el cuello de la camisa, y se meta en casa, porque vd. le esta diciendo que va llover ¿por qué lo hace?.
La brisa, respondió, yo cumplo mi misión. No soy quien para decirle al árbol, al tejado o al hombre o al animal que van por la calle, que no pueden estar ahí, como mucho, les indico volviéndome “fría”, como vd. muy bien ha dicho, que va llover, o que va estar buen día, después cada uno sabe lo que debe hacer.
Después de la entrevista con la brisa. Que fue una lección de discreción le toco el turno al huracán.
Este si que se hizo sentir. Se oían las cosas de la radio rebotando y cayendo al suelo. Su hablar era por ende altanero. Y la locutora hubo de decirle que no hablara tan alto porque acoplaba el dial.
Le pregunto porque arrancaba árboles y causaba tantos estragos.
Respondió, yo tengo la verdad. Si arranco árboles es porque están donde no deben, si saco tejados es porque no están bien puestos y si obligo a volver a casa, o hago caer a la gente es porque es débil, yo soy fuerte y debo imponerme y me impongo. No como esa la brisa. Donde yo llego la gente sabe que ha llegado, y los animales también. Y sabe porque, porque Dios esta conmigo, sí señorita. Dios esta con los fuertes.¿Qué va hacer el omnipotente, con una cosa débil como la brisa?.
La locutora respondió con otra pregunta ¿Esta seguro, señor huracán? Se fue a un departamento, y al regresar, anuncio a los radio oyentes. Que iba a leer un breve pedazo de la Biblia, donde se daba la respuesta, a la pregunta del señor huracán.
Era un texto del libro de los Reyes y decía”...y paso el huracán y Yahvé, no estaba en el huracán, paso una brisa tenue y allí estaba Yahvé”
Ya lo ve amigo huracán. Dios no esta en los que usan la violencia para imponer sus convicciones, aunque sean buenas y legitimas. Dios no esta en los que se creen poseedores de la verdad. En vez de buscar que la verdad los posea. Dios no esta en los que quieren que los demás hagan su voluntad, Dios esta en los sencillos, en los mansos. Dios esta en la brisa, Dios no esta en los que anuncian sus buenas obras con bombo y platillo. Dios esta en la discreción en la brisa.
¿Y nosotros que somos brisa o huracán, muchas veces habremos sido, huracán, pero hay una solución para ser brisa. El huracán cuando choca contra un poniente, una roca del mar, suele calmarse se convierte en brisa, al fin y al cabo uno y otro son aire; también nosotros tenemos una roca en la que volvernos brisa es Jesús. Dejemos que de huracán nos vuelva tenue brisa. Al fin y al cabo, siempre somos seres humanos.
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