Mi declaración de autoestima
Con ser lo que soy ya es suficiente; sólo hace falta que lo sea
abiertamente.
Escribí las palabras que siguen en respuesta a la pregunta de una
niña de quince años:
«¿Cómo puedo prepararme para tener una vida satisfactoria?».
Yo soy yo.
En el mundo entero no hay nadie que sea exactamente como yo.
Hay personas que tienen cosas que se me parecen,
pero nadie llega a ser exactamente como yo. Por lo tanto,
todo lo que sale de mí es auténticamente mío porque sólo yo lo
elegí.
Soy dueña de todo lo que me constituye: mi cuerpo y todo lo que mi
cuerpo hace,
mi mente y con ella todos mis pensamientos e ideas,
mis ojos y también las imágenes de todo lo que ellos ven, mis
sentimientos,
sean los que fueren (enfado, júbilo, frustración, amor, desilusión,
entusiasmo);
mi boca y todas las palabras que de ella salen (corteses, dulces o
ásperas,
correctas o incorrectas), mi voz, áspera o suave, y todas mis
acciones,
ya se dirijan a otros o a mí misma.
Soy dueña de mis propias fantasías, de mis sueños, mis esperanzas y
mis miedos.
Son míos todos mis triunfos y mis éxitos, mis fallos y mis errores.
Como soy dueña de todo lo que hay en mí, puedo relacionarme
íntimamente conmigo misma.
Al hacerlo, puedo amarme y ser amiga de todo lo que hay en mí.
Entonces puedo trabajar toda yo, sin reserva, para mi mejor interés.
Sé que en mí hay aspectos que no entiendo, y otros que no conozco,
pero mientras me acepte y me quiera puedo, con ánimo valiente y
esperanzado,
buscar las soluciones a los enigmas y las maneras de saber más cosas
de mí misma.
Todo lo que miro y digo, cualquier cosa que exprese y haga,
y todo aquello que piense y sienta en un momento dado, soy yo.
Todo esto es auténtico y representa dónde estoy en ese momento del
tiempo.
Cuando más adelante evoque qué aspecto tenía y cómo hablaba,
lo que decía y lo que hacía, cómo pensaba y sentía,
algunas partes pueden parecerme fuera de lugar.
Puedo descartar lo que no me viene bien y conservar lo que me
parezca adecuado,
e inventarme algo nuevo que reemplace a lo que haya descartado.
Puedo ver, oír, sentir, decir y hacer. Tengo los recursos para
sobrevivir,
para estar próxima a los demás, para ser productiva,
para encontrar sentido y orden en el mundo de las personas
y las cosas que existen fuera de mí.
Soy mi propia dueña, y por lo tanto puedo hacerme a mí misma.
Soy yo, y estoy bien tal como soy.
Virginia Satir
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