Si escuchamos, ya hemos dado un enorme paso al diálogo.
El diálogo comienza por la escucha
y se afianza en el buen trato.
Diferir es algo muy común:
todos somos seres humanos únicos
que ya poseen una personalidad definida.
Pero esto no es excusa para no saber arreglar las diferencias que en un momento dado nos pueden llegar a alejar de quienes nos rodean, debemos vivir en comunidad.
Dialogar es crear un ambiente
de comunicación y confianza,
¿no te gustaría eso para ti?
Tal vez hayan muchas situaciones
que nos saquen de nuestras casillas,
pero tomar la alternativa sencilla
al discutir no es lo mejor.
Lo mejor entonces es que aprendamos
a usar nuestros oídos y nuestra boca
de una manera adecuada,
para en lugar de hacernos las sordas
y lanzar dardos envenenados,
nos pongamos en los zapatos de los demás y conciliemos.
Yo cedo, tú cedes, ambos con sinceridad. Si tú escuchas, das un buen trato y dialogas,
lo más probable es que desarmes a un corazón enfurecido. El diálogo requiere de dos voluntades,
¡qué bueno sería dar ejemplo!
Si nosotras cedemos,
si le demostramos a los demás
que buscamos comprenderles…
¡Hemos ganado! Pues nuestra sinceridad
habrá logrado sembrar la semilla de la conciliación