Ser alado es un destino. No se inventa, no se encuentra. Estalla desde los poros con arrojo propio para sobrevolar el aliento de la noche, lejos del rocío, ausente de la delicada premura de las lloviznas. De noche se me da por cabalgar sobre mi propia espera, porque siento en el plateado antojo de los astros un rumor a nostalgias buenas por venir. Y cuando llego al borde del alba dejo mi piel junto a la luz, allí donde se acunan un timón, una pupila y una quimera.
Neskatilla
|