Gracias también, Seńor, porque previendo que ese giro o grito de la voz de la conciencia no me gustara o desvelara, Tú hiciste, además, que durante estos días la voz de Jesús resonara especialmente en mis oídos cuando leo en el evangelio su mensaje luminoso que no admite engańo ni subterfugios. Jesús me dice, en efecto, si quiero desechar el pecado y haceros amigo suyo, no me engańe con falsas aspiraciones a contemplar su rostro y comprobar su dolor personal.
A mí, nos dice Jesús, no me vais a encontrar personalmente en vuestros caminos. Mas eso no importa:
sabed que siempre que vistáis a un desnudo, visitéis a un prisionero, deis de comer a un hambriento o instruyáis a un ignorante, A MÍ ME ENCONTRÁIS Y ME LO HACÉIS;
y sabed también que siempre que proclaméis la justicia, o seáis creadores de paz, u oréis al Padre con humildad, CON VOSOTROS ESTOY YO ....