Del santo Evangelio según san Lucas 6, 6-11
Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca. Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle. Pero Él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: «Levántate y ponte ahí en medio». Él, levantándose, se puso allí. Entonces Jesús les dijo: «Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla». Y mirando a todos ellos, le dijo: «Extiende tu mano». Él lo hizo, y quedó restablecida su mano. Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús.
Oración introductoria
Dios mío, dame la gracia de orar con fe para poder actuar con magnanimidad, con esa grandeza de corazón que busca ayudar siempre a los demás. Aunque me cueste críticas o incomprensiones de los demás. Porque creo, confío y te amo, quiero ofrecerte mi deseo sincero de corresponder siempre a las gracias con las que has colmando mi vida.
Petición
Señor, dame una fe que dé frutos de caridad.
Meditación del Papa
Pero las divisiones permanecen, y se refieren también a diversas cuestiones prácticas y éticas, suscitando confusión y desconfianza, debilitando nuestra capacidad de transmitir la Palabra salvífica de Cristo. En este sentido, debemos recordar las palabras del beato Juan Pablo II, que en su encíclica Ut Unum Sint habla del daño causado al testimonio cristiano y al anuncio del Evangelio por la falta de unidad. Es este un gran reto para la nueva evangelización, que puede ser más fructífera si todos los cristianos anuncian juntos la verdad del Evangelio de Jesucristo y dan una respuesta común a la sed espiritual de nuestro tiempo. El camino de la Iglesia, como el de los pueblos, está en las manos de Cristo resucitado, victorioso sobre la muerte y sobre la injusticia que Él ha soportado y sufrido en nombre de todos. Él nos hace partícipes de su victoria. Sólo Él es capaz de transformarnos y convertirnos, de débiles y titubeantes, en fuertes y valientes para hacer el bien. Sólo Él puede salvarnos de las consecuencias negativas de nuestras divisiones. Benedicto XVI, 18 de enero de 2012.
Reflexión
Todos alguna vez nos hemos sentido seguros y satisfechos con la guarda de la ley: hicimos lo que estaba mandado. Y claro que está bien guardar la ley; pero convertir la ley en un fin, ponerla por encima de la persona es lo que ya se pone en cuestionamiento. Cualquier hombre es imagen de Dios y merece tanto aprecio y respeto que todas las leyes deben estar a su servicio; porque el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado, como hacemos frecuentemente.
La inseguridad interior que vivimos nos hace aferrarnos a las normas y las leyes que nos proporcionan tranquilidad, porque nos da miedo quedarnos sin esquemas mentales y andar sin apoyos. ¡Tantas veces somos como paralíticos que nos arrastramos por la vida! Pero aquí está la fuerza de Jesús que se adelanta en nuestra ayuda: ¡Levántate! Sólo queda creer en la Palabra, confiar y ponerse en pié. La vida hace lo que falta.
Propósito
Creer en la Palabra de Dios, confiar y ponerse en pié en lo que más trabajo me cueste.
Diálogo con Cristo
¡Oh Dios de perdón y misericordia, apiádate de nuestra miseria y ven con tu gracia a sanar nuestros corazones afligidos, así libres de toda miseria podremos servirte con toda la fuerza de nuestro ser.
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