Este relato es de una experiencia que tuve cuando trabajaba de taxista en mi ciudad natal que
es la Paz allá en México. Era común escuchar experiencias de compañeros taxistas que llevaban
a una mujer al panteón y que desaparecía súbitamente al momento de pasar por el mismo,
yo no creía en estas cosas y pensaba que sólo eran relatos inventados para divertirse, pero su creencia
era tal que cuando alguien les pedía la parada en la calle de la 16 de septiembre lo ignoraban aun cuando
se traba de un hombre y menos vestido de negro.
En una noche de principios de invierno, andaba yo por la avenida 16 de septiembre y revolución de 1910
cuando me pide la parada una persona que estaba justo en la esquina de las calles anteriormente mencionadas,
ésta persona se me acercó y me preguntó que cuanto le cobraba por llevarla al panteón, aquí hay que resaltar
que hay una colonia llamada el panteón ya que en esa zona se haya el panteón municipal de los san Juanes.
Siguiendo con mi relato, cuando ella me hubo preguntado que cuanto le cobraba por llevarla yo le podía
haber cobrado ya un poco más de lo que usualmente porque la tarifa sube más cuando pasa después de la media noche
pero como la persona se trataba de una mujer muy bonita con el rostro pálido, ojos negros, cabello lacio
muy oscuro como la más negra de las noches y un poco nerviosa por que ella estaba sola y a lo mejor pensaba
que yo le podía hacer algo malo, así que todo eso lo tomé en cuenta y le cobré más bajo de lo normal,
ella subió y nos dirigimos a la colonia el panteón, como yo suelo ser una persona muy platicadora
con los pasajeros a los que llevo le preguntaba cosas usuales como le fue en su trabajo si es que lo tiene etc.
pero ella con una voz que me causaba conmoción me contestaba muy reservada y evitaba mucho ser vista
cubriéndose el rostro con su cabello.
Así fue que ya estábamos llegando a la colonia del panteón cuando al pasar por enfrente
del mismo panteón municipal yo me di la vuelta para preguntarle hacia adonde exactamente la tenía
que llevar y fue en ese momento me estremecí cuando con mis propios ojos observé que ella se desvaneció
como el aire, paré el auto bajé, y no la vi por ningún lado, entonces respiré hondo pensando en que pudo
haber sido un sueño, pero no era así, en verdad yo había llevado a un fantasma al panteón,
quizás para intentar descansar en paz. Luego de esto me pongo a pensar en que si existen los fantasmas
y cada vez que paso por la avenida 16 de septiembre después de la media noche
me santiguo pidiendo a Dios por el descanso de aquella mujer.