Había una vez, en medio del bosque, una casa de color gris cuyo aspecto transmitía algo de temor. Parecía una casa deshabitada, pues las ventanas estaban llenas de tela de araña y de lo sucios que estaban los cristales de las ventanas, se hacía imposible ver el interior de la casa.
Pero, sin embargo, había alguien viviendo allí… una bruja a la que todo el mundo conocía por “la bruja piruja“.
La bruja piruja, tenía una verruga en la punta de su gran nariz, unos grandes ojos negros y pelo de color gris y blanco. Sí, era una bruja, pero además una bruja muy fea y que daba mucho miedo mirarla.
La Bruja Piruja había vivido siempre en el bosque, y determinados días del año, rondaba por los alrededores de un pueblo que se encontraba a un par de kilómetros de su casa, para asustar a la gente que allí vivía.