CORAZON SANO, CORAZON ENFERMO
En el libro Corazón y mente, el cardiólogo Valentín Fuster y el psiquiatra
Luis Rojas Marcos hablan sobre como cada década tiene marcada
unas características físicas y psíquicas en los pacientes.
En su libro hablan de 20 casos reales, dos por década, para ilustrar
como la edad va asociada a determinados problemas.
Todas las etapas tienen en común un corazón que palpita.
Nosotros añadimos algunas verbalizaciones que
en cada una de ellas podrían hacer un corazón que tiende a la salud 
y uno que tiende a la enfermedad
.
*
DE 0 A 10
La influencia de los padres resulta fundamental en los primeros
diez años de vida.
: He sido un hijo deseado, fruto del amor y del gozo de mis padres que
me han facilitado la entrada al mundo para entregarme a él siendo lo que
realmente soy.
*
: No he sido deseado, han proyectado sobre mí un destino que
no es el mío, abusan de mí, no me siento estimulado ni atendido ni amado.
*
DE 10 A 20
Entre los diez y los veinte años, es como tú apareces reflejado en el espejo.
Aquí están los problemas de anorexia y obesidad.
: Soy capaz de mirar el mundo como un lugar donde desarrollar
lo que soy y eso me hace palpitar con entusiasmo, porque el mundo
ha visto en mí mi ser auténtico.
*
: El mundo es un lugar que me exige lo que no soy capaz de dar,
porque nada he recibido. No veo al otro, porque yo no he sido visto.
*
DE 20 A 40
La década entre los veinte y los treinta años, incluso antes, se asocia
con los problemas con las drogas. En una sociedad competitiva,
unos deciden no competir:
aparece la pereza, llegar tarde a todo, etc., y otros caen en
la competitividad extrema.
Entre los treinta y los cuarenta continúan los problemas autodestructivos:
adicciones y riesgos suicidas.
: Nada en mí se estanca, no acumulo, creo y gozo, sé recibir y
doy vida a cada una de las células del cuerpo y amor a los que me rodean.
*
: Trabajo a destajo, por encima de mis posibilidades para poder
responder a contratos locos. Me abandono, me intoxico, me anestesio…
quedó grabada en mi memoria celular la orden de “no existas” y
voy a obedecer a mi manera.
*
DE 40 A 50
En la década de los cuarenta se abre una etapa de ansiedad, es
un cruce de caminos. Nos preguntamos ¿de dónde vengo? ¿a dónde voy?
: Cada crisis en una oportunidad de crecimiento, me alío con la mente
para que replantee su jerarquía de valores y prioridades con libertad,
deshago contratos, me abro al amor sin límites, me asocio con todo
el cuerpo para que organice la vida de modo que se permita
seguir creciendo.
*
: Estoy confuso, me abruma el sentimiento de incapacidad,
he llegado a la mitad de mi vida y las metas se alejan, el miedo
me paraliza, me siento perdido. Si él/ella (persona significativa) murió
a esta edad, yo me programo para morir ahora, cualquier momento será
mi momento final.
*
DE 50 A 60
Entre los cincuenta y los sesenta las personas que tienen tendencias
depresivas, estas se hacen más manifiestas.
: He avanzado mucho, pero aún queda mucha vida por delante y
me siento en plena forma para seguir creando y aprovechando cada
presente del futuro que me aguarda.
*
: He fracasado, mis capacidades se merman, la vida no tiene sentido
para mí, el mundo es un lugar inhabitable, el futuro está tan negro que,
o bien exploto de cólera o dejo de bombear en una perniciosa
huída hacia atrás.
*
DE 60 A 80
Entre los sesenta y los ochenta años es la etapa de la soledad.
Cuando pensamos que nos han retirado, no hacemos nada, no somos útiles.
Se trata de dos décadas muy difíciles.
: Es el momento de darme permisos antes limitados por el deber
de responder a responsabilidades propias de otras etapas
con las que no me identifico. Crear mundos nuevos dentro de este mundo,
disfrutar y desarrollar la bondad, serán mis finalidades de ahora.
*
: No acepto las pérdidas, no acepto los cambios,
mi Yo era mi actividad profesional, ¡si me jubilo dejo de ser YO!
Mi cuerpo envejece, me asusta la muerte.
*
DE 80 A 90
A los ochenta se toma consciencia de que no somos invulnerables frente
a la muerte. Mientras unos la niegan y realizan actividades casi suicidas
para su edad, otros se convierten en hipocondríacos y no salen de
la consulta del médico.
: Estar vivo es un regalo, amo mi cuerpo y lo cuido con cada gesto,
en especial, practicando la santidad, al tiempo que expando mi consciencia
y gozo de cada placer que la vida me ofrece.
*
: No tengo límites, por lo tanto me excedo hasta rozar la muerte.
Me auto-observo constantemente, estoy en constante alerta, cada
sensación puede ser una señal, un primer signo de que el final de mi
vida ha llegado.
*
DESPUÉS DE LOS 90
A partir de los noventa años, la persona sabe que ha vencido a la muerte.
Te dice: “tengo 93 años, y mira que bien estoy”. Es una etapa feliz…
: Desde aquí lo veo todo más claro, cada latido me habla de felicidad.
.
*
: Me rindo.
.
*
Los autores concluyen que para sacar a la vida lo mejor que ofrece
hay que reforzar los aspectos del ser humano que nos hacen
más felices y sanos.