LA SOCIEDAD QUE NOS HA TOCADO
Nos ha tocado vivir en una sociedad en la que nuestra coherencia
está comprometida. Aún si se tiene una alta conciencia de que es
lo que nuestras acciones de consumo producen, en ocasiones es
complicado evitarlas. Por cuestiones de imagen social,
de comodidad... El neoliberalismo está basado en el consumo. En una manera de
consumir ahora más y sin límites. Con axiomas que propugnan que
los recursos son infinitos y que si no lo son, la tecnología lo
solucionara y que por tanto podemos malgastarlos cuanto
nos venga en gana.
Nada más tenemos que examinar nuestra sociedad y observaremos
que:
- Desplazarse en transporte público en economías basadas en
- el permanente uso desaforado del petróleo como Estados Unidos o
- Canadá, es muy complicado.
- No cambiar de ropa con la moda hace que nos encontremos fuera
- del flujo social y en los trabajos o en las relaciones sociales
- seamos mal vistos.
- No tener coche o no cambiarlo empieza a ser una rareza.
- Una casa sin televisor, vídeo, ordenador, DVD, consolas...
- nos parece una vivienda de otro planeta.
- Lavar las bolsas de plástico para reutilizarlas... a quien se le
- puede ocurrir tal disparate con la cantidad de ellas gratuitas que
- están a nuestro alcance.
- No cambiar con frecuencia de móvil es poco menos que pecado
- y mucho más no tenerlo. Como si antes no hubiéramos podido
- vivir sin él.
- No consumir bebidas o alimentos enlatados es un esfuerzo ímprobo.
- Nos levantamos con la necesidad de comprar cada día una botella
- de plástico de agua. En cantidad de dos litros parece que la
- necesitamos para vivir presionados por las campañas de publicidad.
- Adquirimos productos envueltos en plástico recubierto por un
- embalaje de cartón impresos con tintas contaminantes.
Se nos olvida que puedo decidir si cambio de móvil, si cambio de
vehículo, si compro latas de aluminio, si adquiero botellas de
plástico por muy reciclables que sean, si cambio de ordenador o de
cámara fotográfica, si voto o no... Puedo decidir si actúo o no.
No es interesante para mí pensar en que el gobierno reciclara
lo que consumo. Tampoco que alguien desconocido controlara
la calidad de lo que compro. O que unos inspectores fantasmas
vigilaran para que nadie sea explotado. Es mi responsabilidad.
Debo aceptarla. Lo demás es una negación, solo colabora a mi
inmadurez y a que no sea coherente entre lo que pienso,
hago y digo.
Neskatilla
|