Ave, fiel María, mística azucena, célica pureza, de gracia bendita. A Dios dices fiat y por tu largueza gestas a "El Mesías". Con San José ha florecido el lirio de la pureza, es el varón elegido para cuidar la Belleza. El aura de santidad resplandece en su cabeza, su obediencia y su bondad son la luz de su grandeza. Cantan los ruiseñores, florece el lirio, un varón santo y fuerte cuidará al Niño. A San José Dios le encarga que vele la Paz y el Bien. María es elegida virgen y madre, y San José, su esposo, el casto padre. Noble José, disfrutará del gozo nuevo en Belén. Viaja el Amor y salta de alegría el precursor. ¡Feliz encuentro!. María, el Salvador está en tu centro Un despertar de párpados confusos asolan a José. En su pecho aletean palomas indecisas sin destino. Noticias de la luz pueblan de resplandores sus contrarios con claridad de nido. A José dice el ángel que está en María el salvador del mundo, el Rey Mesías. Y sus grandes temores, ciegas espinas, se alejan de su mente ¡Cuánta alegría!. En Belén de Judá nace el Mesías, en nueva humanidad siembra alegrías. Entre pañales late la libertad de los mortales. Un ángel da la Nueva a los pastores, que nació el Rey de reyes, digno de honores. ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz a los hombre buenos! ¡Paz y venturas! De los pastores hizo Dios los primeros adoradores. Suavidad y ternura, florecida dulzura de amor de madre al hijo. Virginal hermosura que al Niño da cobijo. Camino de Belén van los pastores, las ovejas retozan por los alcores. Una estrella señala con sus fulgores que ha nacido el Mesías Amor de amores. El Niño Jesús dormía, los ángeles le cantaban, los pastores le adoraban y la Virgen sonreía. Está el Niño Jesús en el pesebre, vienen a visitarle siervos y reyes. La estrella brilla, nos señala el camino de la alegría. La Buena Nueva por el mundo se extiende ¡el Amor llega!. ¡Vamos, vamos ,vamos! vamos al Portal, que el Niño Jesús nos quiere abrazar. ¡Vamos, vamos ,vamos!, vamos a Belén, que el Niño Jesús nos trae Paz y Bien. Cantemos, cantemos al Niño Manuel, que viene del cielo con fuego y laurel. Cantemos, cantemos al Niño Manuel, que trae el lucero del amanecer. El Niño nos bendice con su manita y sus ojos sonríen cuando nos mira. Le ofrecemos juguetes, sábanas limpias, y lo que el Niño quiere son más caricias. Viene en misión de amor desde otra orilla para dar el perdón, cerrar la herida. En esta noche de Reyes, todo mi oro incienso y mirra, si el buen Niño-Dios lo quiere, sea suyo con mi vida. Circuncisión. Bautismo de agonía, presentimiento de azotes y de clavos, de espinas y lanzada. Esta sangre infantil es inicial ofrenda, néctar de amor cautivo en el ara del mundo. Hacia el templo, María, vas con el Hijo. Allí está Simeón, siervo bendito. Te anuncia un gran martirio. Será el dolor causa de la alegría y del perdón. Nos dijeron los cielos que tú naciste para salvar al mundo mortal y triste. Con tu venida redimiste a los hombres de su caída. Cantamos aleluya los rescatados, de la condena eterna fuimos salvados. Con tu venida nos diste libertad, ¡Rey de la Vida!. Una estrella luminosa guía al hombre penitente hacia un niño sonriente y una doncella preciosa. En actitud amorosa, sus bracitos extendidos, somos todos acogidos por la gloriosa bondad del niño, que en santidad nos salvará, redimidos. Es la doncella María, madre-virgen cariñosa, medianera, generosa, que al Señor ha dicho fiat. ¡Qué extraordinaria alegría!, en su regazo Emmanuel late, por ser ella fiel al Dios de Amor y Verdad, por su entrega y caridad es la puerta del vergel.