Seguramente te habrá sucedido
estar leyendo un mensaje inspirado,
de algún Maestro de los que han venido
y bellamente testimonio han dado.
Y mientras fluyes con el sacro texto,
¡todo parece tan liviano y fácil…,
tan sencillo de hacer en tu contexto…,
tan simple de lograr…, tan dulce y grácil…!
Es porque la energía allí estampada
es de una poderosa vibración:
¡el aura del Maestro está impregnada,
y estimula tu propia elevación…!
Y con las alas del supraconciente,
vuelas al Cielo de esos Grandes Trazos,
¡y la caja cerrada de tu mente
estalla por los aires en pedazos!
¡Y todo te parece tan posible!:
vivir en paz…, amar sin condiciones…,
adentrarte en los mundos invisibles…,
hallar en cada cosa bendiciones…;
alcanzar esa luz que te alimenta…,
ya no juzgar a nadie… ni juzgarte…,
confiar en que la Vida te sustenta…,
creer en ti…, y comenzar a amarte…
Pero después, cuando “vuelves a tierra”,
y lo dejas al libro en un costado,
otra vez “tu cajita” te encierra
en su estrecho pensar limitado.
Tu “longitud de onda” se reduce,
te atrapan los “no puedo” raudamente,
¡y a tu vida de nuevo la conducen
esos viejos programas de tu mente!
Y te preguntas “¡¿cómo puede ser…?!,
¡hace un momento lo veía tan claro!,
¿¡cómo se pudo así desvanecer
esa inconmensurable luz de faro…?!
¡Y es que se trata todo de energía!:
el Universo no es más que vibración:
a más velocidad, más armonía…,
y a menor giro…, más densificación…
Por eso, amigo mío, es importante,
que alces tus vibraciones a voluntad,
para poder llegar en un instante
a los planos de luz y de bondad…
¡Medita asiduamente, compañero!,
eleva tu frecuencia en tal sentido,
y habrás de convertirlo a tu sendero,
¡en el texto más bello que has leído…!
Jorge Oyhanarte