ANGELUS
Quién pudiera aprender los largos versos que saben las oscuras golondrinas; ellas retornan al oír el canto de lo que fue un lejano Ave María. Quién dijera de pronto al recordarme: delante de una lámpara encendida dejaba en cada línea de papel los versos que las páginas perdían. Solía al ver crecidas su melena, su lágrima y su uña andar sombría. Y le han crecido por andarse triste en vez de cualquier cosa, margaritas. Y que se diga un dulce cuento al niño: bajó la muerte a ella cierto día en que la lluvia se volvió una gota sobre la rosa que perdió la vida.
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