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Expresa los Efectos del Amor Divino
Traigo conmigo un cuidado y tan esquivo que creo que aunque se sentirlo tanto, aun yo misma no lo siento.
Es amor, pero es amor que faltándole lo ciego, los ojos que tiene son para darle más tormento.
El término no es a quo, que causa el pesar, que veo, que siendo el término el bien todo el dolor es el medio.
Si es lícito y aun debido este cariño que tengo ¿por qué me han de dar castigo porque pago lo que debo?
¡Oh cuánta fineza, oh cuántos cariños he visto tiernos! que amor que se tiene en Dios es calidad sin opuestos.
De lo lícito no puede hacer contrarios conceptos con que es amor que al olvido no puede vivir expuesto.
Yo me acuerdo ¡oh nunca fuera! que he querido en otro tiempo lo que pasó de locura y lo que excedió de extremo.
Más como era amor bastardo y de contrarios compuesto, fue fácil desvanecerse de achaque de su ser mesmo.
Mas ahora ¡ay de mi! está tan en su natural centro, que la virtud y razón son quien aviva su incendio.
Quien tal oyere dirá que si es así ¿por qué peno? Más mi corazón ansioso dirá que por eso mesmo.
¡Oh humana flaqueza nuestra, adonde el más puro afecto aun no sabe desnudarse del natural sentimiento!
Tan precisa es la apetencia que a ser amados tenemos, que aun sabiendo que no sirve nunca dejarla sabemos.
Que corresponda a mi amor nada añade, mas no puedo por más que lo solicito dejar yo de apetecerlo.
Si es delito, ya lo digo; si es culpa, ya lo confieso, mas no puedo arrepentirme por más que hacerlo pretendo.
Bien ha visto quien penetra lo interior de mis secretos que yo misma estoy formando los dolores que padezco.
Bien sabe que soy yo misma verdugo de mis deseos, pues muertos entre mis ansias, tienen sepulcro en mi pecho.
Muero ¿quién lo creerá? a manos de la cosa que más quiero, y el motivo de matarme es el amor que le tengo.
Así alimentando triste la vida con el veneno, la misma muerte que vivo, es la vida con que muero.
Pero, valor, corazón, porque en tan dulce tormento, en medio de cualquier suerte no dejar de amar protesto.
II
Mientras la gracia me excita por elevarse a la esfera, más me abate a lo profundo el peso de mis miserias.
La virtud y la costumbre en el corazón pelean y el corazón agoniza en tanto que lidian ellas.
Y aunque es la virtud tan fuerte, temo que tal vez la venzan. que es muy grande la costumbre y está la virtud muy tierna.
Obscurécense el discurso entre confusas tinieblas pues ¿quién podrá darme luz si está la razón a ciegas?
De mí misma soy verdugo y soy cárcel de mí mesma. ¿quién vio que pena y penante una propia cosa sean?
Hago disgusto a lo mismo que más agradar quisiera; y del disgusto que doy, en mí resulta la pena.
Amo a Dios y siento en Dios, y hace mi voluntad mesma de lo que es alivio, cruz; del mismo puerto, tormenta.
Padezca, pues Dios lo manda, mas de tal manera sea que si son penas las culpas, que no sean culpas las penas.
SOR JUANA
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