Del santo evangelio según san Lucas 9, 22-25
En
aquel tiempo, dijo Jesús: "El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado
por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al
tercer día". Decía a todos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la
perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le
sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se
arruina?".
Oración introductoria
Jesús, se
nota que lo que tú querías no era -ni ha sido nunca- ganarte un buen número de
seguidores que quisieran ir en pos de ti para hacer milagros, o para adquirir
mucha fama entre la gente, o incluso para vivir un evangelio diseñado a su
comodidad. Por eso, desde que predicaste tu mensaje, dejaste bien claro que
implicaba necesariamente la cruz, renunciar a sí mismo, perder la vida por ti.
Ese es el camino para seguirte, para acercarnos al misterio tan gigante de tu
persona y para encontrar en ti la verdadera
vida.
Petición
Jesús mío, dame mucha fe y amor
para llevar la cruz que tú me has dado, pues es el camino por donde has querido
que te encuentre y llegue hasta ti.
Meditación del Papa
Es necesario recordar siempre las palabras del concilio
Vaticano II: "De nada sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde a sí
mismo. No obstante, la espera de una tierra nueva no debe debilitar, sino más
bien avivar la preocupación de cultivar esta tierra, donde crece aquel cuerpo de
la nueva familia humana, que puede ofrecer ya un cierto esbozo del mundo nuevo"
[...] El Evangelio es la mayor fuerza de transformación del mundo, pero no es
una utopía ni una ideología. Las primeras generaciones cristianas lo llamaban
más bien el "camino", es decir, la manera de vivir que Cristo practicó en primer
lugar y que nos invita a seguir. A la ciudad "de la paz" se llega por este
camino, que es el camino de la caridad en la verdad, sabiendo bien -como también
nos recuerda el Concilio- que "no hay que buscar esta caridad sólo en las
grandes cosas, sino especialmente en las circunstancias ordinarias de la vida" y
que, siguiendo el ejemplo de Cristo, "debemos cargar también la cruz que la
carne y el mundo imponen sobre los hombros de los que buscan la paz y la
justicia." (Benedicto XVI, 8 de mayo de 2011).
Reflexión
El camino que Cristo propone es difícil. Pero ¿qué es aquello
que ha movido a tantos hombres y mujeres a seguir a alguien que predica todo lo
contrario que el mundo de hoy ofrece? Es cierto, que hay algo de locura en esto.
Una locura que experimentan sólo quienes han conocido a Cristo y, por
consiguiente, le han experimentado vivo y enérgicamente atractivo. Por algo el
Papa Juan Pablo II gritaba con ardor en sus labios: "¡Abrid de par en par las
puertas a Cristo! ¿Qué teméis? Tened confianza en él. Arriesgaos a seguirlo.
Esto exige, evidentemente, que salgáis de vosotros mismos, de vuestros
razonamientos, de vuestra «prudencia», de vuestra indiferencia, de vuestra
suficiencia, de vuestras costumbres no cristianas que quizá habéis adquirido.
Dejad que Cristo sea para vosotros el camino, la verdad y la vida. Dejad que sea
vuestra salvación y vuestra
felicidad."
Propósito
Sobrellevaré con gozo las
contrariedades y dificultades que forman mi cruz de este
día.
Diálogo con Cristo
Jesucristo, estoy
dispuesto a seguirte por este camino hermosísimo de ser cristiano. Ante todo lo
que tú has hecho por mí, no encuentro otro camino para corresponderte que
rendirme a tus pies para aprender de ti, para vivir lo que tú viviste. Sé que
este camino entraña abnegación y sacrificio, y será fecundo sin comparaciones si
busco encontrarte.
"Pon amor donde no hay amor, y sacarás
amor" (San Juan de la
Cruz).
|