Huellas del ayer (presente)
Encuentro este atardecer, dándole la mano a la noche,
simplemente diciendo adiós; uno más, sólo otro más,
no es otra cosa que un instante, tan fugaz como un parpadeo,
tan eterno como un suspiro y tan profundo como un pensamiento,
tan complejo como el amor y simple como una vida.
Van llegando una a una las estrellas,
apareciendo en estos recuerdos,
acompañados de tantos sonidos
que han quedado atrás y se pueden recordar;
música, voces, ruidos, risas, llantos,
despedidas, y muy pocos hasta luego.
Siento la infinidad de los años en este momento,
puedo estar tan fuera de mí y dentro de muchas partes,
como las gotas de una tormenta mojando un planeta entero;
y mi mente, mis recuerdos, mis sueños,
anhelos y deseos, sólo se quedan aquí,
en el punto de partida, porque aún hay mucho que decir,
tanto por hacer y, cuánto más por escribir,
voces; cada palabra, ecos; cada melodía,
sueños; cada mirada, cada llamada...
Despertar. Cuántas veces hemos dicho adiós
queriendo seguir en este lugar, y hemos volado
tan lejos queriendo regresar,
hemos muerto deseando volver a la vida
y cuántas otras lo hemos hecho...
Una ruleta, girando y volviendo a tomar la oportunidad,
ganando unas veces y perdiendo en ocasiones.
Nos hemos dejado vencer, pero nos hemos recuperado,
nos hemos levantado después de muchas caídas,
porque no sólo estamos aquí para morir,
y si así es; entonces que sea por una muy buena razón,
cuántas lágrimas hemos derramado sin haber sido merecidas,
y cuántas más de felicidad. Levanto la mirada al cielo,
y puedo observar muchos rostros en cada estrella,
algunos tristes y otros alegres; cierro mis ojos y a veces sueño,
levanto mis manos y me abraza la vida,
y en esos sueños y en ese abrazo está mi vida,
que permanece buscando la llave para volver a casa,
a ese divino lugar que me vio llegar a la tierra.