viernes 19 Abril 2013
Viernes de la tercera semana de Pascua Santo(s) del día : San Expedito
Ver el comentario abajo, o clic en el título Santo Tomás de Aquino : “Mi carne es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida.” (cf Jn 6,52)
Libro de los Hechos de los Apóstoles 9,1-20.
Saulo no desistía de su rabia, proyectando violencias y muerte contra los discípulos del Señor. Se presentó al sumo sacerdote y le pidió poderes escritos para las sinagogas de Damasco, pues quería detener a cuantos seguidores del Camino encontrara, hombres y mujeres, y llevarlos presos a Jerusalén. Mientras iba de camino, ya cerca de Damasco, le envolvió de repente una luz que venía del cielo. Cayó al suelo y oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» Preguntó él: «¿Quién eres tú, Señor?» Y él respondió: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Ahora levántate y entra en la ciudad. Allí se te dirá lo que tienes que hacer.» Los hombres que lo acompañaban se habían quedado atónitos, pues oían hablar, pero no veían a nadie, y Saulo, al levantarse del suelo, no veía nada por más que abría los ojos. Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. Allí permaneció tres días sin comer ni beber, y estaba ciego. Vivía en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor lo llamó en una visión: «¡Ananías!» Respondió él: «Aquí estoy, Señor.» Y el Señor le dijo: «Vete en seguida a la calle llamada Recta y pregunta en la casa de Judas por un hombre de Tarso llamado Saulo. Lo encontrarás rezando, pues acaba de tener una visión: un varón llamado Ananías entraba y le imponía las manos para que recobrara la vista.» Ananías le respondió: «Señor, he oído a muchos hablar del daño que este hombre ha causado a tus santos en Jerusalén. Y ahora está aquí con poderes del sumo sacerdote para llevar presos a todos los que invocan tu Nombre.» El Señor le contestó: «Ve. Este hombre es para mí un instrumento escogido, y llevará mi Nombre a las naciones paganas y a sus reyes, así como al pueblo de Israel. Yo le mostraré todo lo que tendrá que sufrir por mi Nombre.» Salió Ananías, entró en la casa y le impuso las manos diciendo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo.» Al instante se le cayeron de los ojos una especie de escamas y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado. Después comió y recobró las fuerzas. Saulo permaneció durante algunos días con los discípulos en Damasco, y en seguida se fue por las sinagogas proclamando a Jesús como el Hijo de Dios.
Salmo 117(116),1.2.
¡Alaben al Señor en todas las naciones, y festéjenlo todos los pueblos! Pues su amor hacia nosotros es muy grande, y la lealtad del Señor es para siempre.
Evangelio según San Juan 6,52-59.
Los judíos discutían entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer carne?» Jesús les dijo: «En verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que es vida, me envió y yo vivo por el Padre, así quien me come vivirá por mí. Es te es el pan que ha bajado del cielo. Pero no como el de vuestros antepasados, que comieron y después murieron. El que coma este pan vivirá para siempre. Así habló Jesús en Cafar-naúm enseñando en la sinagoga.
Extraído de la Biblia Latinoamericana.
Leer el comentario del Evangelio por :
Santo Tomás de Aquino (1225-1274), teólogo dominico, doctor de la Iglesia Himno Eucarístico “Adorote devote”
“Mi carne es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida.” (cf Jn 6,52)
Adórote, devotamente, Dios escondido, Verdaderamente presente bajo estas apariencias. A ti se rinde mi corazón porque, al contemplarte, me entrego todo.
La vista, el gusto, el tacto no llegan pero por el oído mi fe está segura Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios verdadero Nada más verdadero que la voz de la misma Verdad.
En la cruz se escondía Dios Aquí se esconde también el Hombre Con todo, confieso mi fe en Dios-Hombre Repito la confesión del buen ladrón
No he podido, como Tomás, contemplar tus llagas No obstante, confieso: Tú eres mi Dios, Dame la fe creciente en Tu verdad, Dame esperar en Ti, amarte a Ti.
Oh, memorial de la muerte del Señor Pan vivo que vivifica a los hombres Dame vivir por Ti Dame gustar para siempre tu suavidad.
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