Paseando por los jardines de la vida se encontraron mis ojos con tus ojos, y desde entonces fuiste mi consentida y yo, el esclavo fiel de tus antojos.
Ahora que el destino quiere separarnos yo se que ya no podria vivir sin verte, porque nosotros nacimos para amarnos y no nos separará ni la propia muerte.
Tus ojos tan divinos y tan cautivadores que me envolvieron en su limpia mirada; ellos adornarán el jardin de mis amores, y me despertarán con la clara alborada.
Todas las flores que cultivé en mi huerto adornarán tus sienes y adornarán tu pecho, porque trayendo el corazón ya casi muerto le diste cariño y lo cobijaste en tu lecho.
Y ahora que ya sabes mujer cuanto te adoro y que te he dicho lo que por tí yo siento, yo te llevaré aprisionada como un tesoro y te llevaré grabada en el pensamiento.
Autor: Fidencio Ortíz
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