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La sonrisa de la mujer y el alma del poeta
Hay en mi sér potencias adormidas,
hay en mi mente ocultos pensamientos,
hay en mi corazón presentimientos
cuyo poder y cuyo fin no sé:
como a la madre son desconocidas
las formas de ese sér misterioso
que entre su seno bulle tembloroso,
y es algo ya, mas nadie sabe qué!
¡Mas cuando estoy contigo y a tu lado,
y oigo tu voz y miro tu sonrisa,
siento pasar por mí de Dios la brisa,
siento nacer un hombre nuevo en mí!
Y entonces, dominando lo pasado,
y el vago porvenir y lo presente,
en cerco inmenso ensánchase mi mente,
cuyo foco de vida irradia en ti!
Entonces las potencias que en mí callan,
una tras otra, a mi presencia llegan,
y juntas, ya, radiantes se despliegan
cual aureola en torno de mi faz:
fuerzas de amor ignotas en mí estallan,
y soy capaz de cosas buenas, grandes, capaz de todo cuanto entonces mandes,
y de martirio y de virtud capaz!
Oh! cuando al fin mi alma desprendida
del barro vil, a Dios levante el vuelo,
no dará tánta luz allá en el cielo
cual la luz que a tu lado esparce aquí!
Y el serafín, custodio de mi vida,
al presentarse a mí por vez primera,
sonrisa no traerá tan hechicera
cual la sonrisa que hoy adoro en ti!
ALONSO RIVERA
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