¿Qué debemos pedir a Dios?
2013-07-08 Del santo Evangelio según san Mateo 9, 18-26
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se le acercó un jefe de la sinagoga, se postró ante él y le dijo: «Señor, mi hija acaba de morir; pero ven tú a imponerle las manos y volverá a vivir».
Jesús se levantó y lo siguió, acompañado de sus discípulos. Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orilla del manto, pues pensaba: «Con sólo tocar su manto, me curaré». Jesús, volviéndose, la miró y le dijo:
«Hija, ten confianza; tu fe te ha curado». Y en aquel mismo instante quedó curada la mujer. Cuando llegó a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús a los flautistas, y el tumulto de la gente y les dijo: «Retírense de aquí. La niña no está muerta; está dormida». Y todos se burlaron de él. En cuanto hicieron salir a la gente, entró Jesús, tomó a la niña de la mano y ésta se levantó. La noticia se difundió por toda aquella región.
Oración introductoria
Jesús, Tú eres mi salvador y redentor, yo creo que esta oración me puede curar de esa debilidad que me aparta de cumplir tu voluntad. Me acerco a Ti con la confianza del jefe de la sinagoga y de la hemorroísa. Quiero escucharte, prometo responderte con prontitud.
Petición
Señor, creo, ayúdame en mi incredulidad, aumenta mi fe para que puedas transformarme.
Meditación
¿Qué debemos pedir a Dios?
«Son dos episodios en los que hay dos niveles de lectura; el puramente físico: Jesús se inclina ante el sufrimiento humano y cura el cuerpo; y el espiritual: Jesús vino a sanar el corazón del hombre, a dar la salvación y pide fe en él […] El segundo episodio, el de la mujer que sufría hemorragias, pone también de manifiesto cómo Jesús vino a liberar al ser humano en su totalidad. De hecho, el milagro se realiza en dos fases: en la primera se produce la curación física, que está íntimamente relacionada con la curación más profunda, la que da la gracia de Dios a quien se abre a él con fe. Jesús dice a la mujer: “Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad”.
Para nosotros estos dos relatos de curación son una invitación a superar una visión puramente horizontal y materialista de la vida. A Dios le pedimos muchas curaciones de problemas, de necesidades concretas, y está bien hacerlo, pero lo que debemos pedir con insistencia es una fe cada vez más sólida, para que el Señor renueve nuestra vida, y una firme confianza en su amor, en su providencia que no nos abandona» (Benedicto XVI, 1 de julio de 2012).
Reflexión apostólica
«Para que la vida espiritual sea sólida debe cimentarse en una fe honda y robusta, y en una actitud filial de amor, confianza y adoración a Dios» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 215).
Diálogo con Cristo
Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a Corazón.
Jesús, quisiera que pudieras encontrar en mí la fe de los personajes del Evangelio de hoy. Quiero tener esa fe para que mi vida espiritual sea firme. A veces me paralizo por mis problemas, la angustia me domina y mi confianza en tu Providencia se debilita, por eso, ¡aquí me tienes! Dame una fe sólida que renueve mi vida, derrote mi egoísmo y me haga salir al encuentro de los demás, especialmente de aquellos que sufren por no confiar en tu misericordia y en tu amor.
Propósito
Rezar al menos un misterio del rosario para pedir la maternal intercesión de María por los que sufren en el cuerpo o en el espíritu.
«Contemplar a Jesucristo es “tocarlo” –como la hemorroísa del Evangelio– y recibir la fuerza santificadora que brota de su persona».