Te duermes a mí lado. Caes silenciosamente en ése mundo donde yo puedo ser alguna remota conocida, una compañera de banca de parque o la amante que acabas de dejar para evadirte a esa región donde, mutuamente, nos privamos de la palabra.
Me conmueve verte dormido, hundido en las sábanas con el abandono del sueño, enigmáticamente encerrado en tú cuerpo.
También yo me dormiré y entonces quizás te despiertes y pienses ésto que yo estoy pensando, tal vez me imaginarás enredada en algún árbol enmarañado de los que sabes que me encantan y me quieras alcanzar tocándome, sacándome del mutismo de estación de radio apagada, volviéndome a traer hacia tú lado, hacia el amor que nos dio el sueño.