Responder a una invitación.
2014-06-30
Oración preparatoria
Señor Dios, el llamado a seguirte implica renunciar, por un bien mayor, a muchas cosas. Conoces mi debilidad, por eso te suplico que ilumines mi oración para encontrar en ella la motivación que renueve mi generosidad y confianza para corresponder a tu amor.
Petición (gracia/fruto que se busca)
Maestro, dame tu gracia y, ¡te seguiré a donde quiera que vayas!
Texto base para entablar el diálogo con Dios
Del santo Evangelio según san Mateo 8, 18-22
En aquel tiempo, al ver Jesús que la multitud lo rodeaba, les ordenó a sus discípulos que cruzaran el lago hacia la orilla de enfrente.
En ese momento se le acercó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré a donde quiera que vayas». Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en donde reclinar la cabeza».
Otro discípulo le dijo: «Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre». Pero Jesús le respondió: «Tú, sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos».
Palabra del Señor.
Meditación (profundización propuesta, si bien se sugiere sea algo personal)
El Señor es muy generoso. El Señor abre todas las puertas. También el Señor comprende al que dice: ‘¡No, Señor, no quiero ir contigo!’ Lo entiende y espera, porque es misericordioso. Pero al Señor no le gusta ese hombre que dice ‘sí’ y hace ‘no’; que finge agradecerle por tantas cosas bonitas, pero en realidad va por su camino; que tiene buenas formas, pero hace su propia voluntad y no la del Señor: aquellos que siempre se excusan, aquellos que no conocen la alegría, que no experimentan la alegría de la pertenencia.
Pidamos al Señor esta gracia: entender bien cuanto es hermoso ser invitados a la fiesta, cuanto es hermoso estar con todos y compartir con todos las propias cualidades, cuanto es hermoso estar con Él y que feo es jugar entre el ‘sí’ y el ‘no’, decir que ‘sí’, pero conformarme con estar sólo enumerado en la lista de los cristianos… (Cf. S.S. Francisco, 5 de noviembre de 2013, homilía en Santa Marta).
Diálogo con Cristo
Dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, a partir de lo que haya llegado al propio interior, de lo que te haya dicho Dios.
Propósito (es mejor que surja del diálogo íntimo que se ha tenido con Cristo)
Haré una pausa durante el día para hacer una comunión espiritual, e invitaré a Cristo a mi corazón para darle las gracias por el don de sí mismo en la santísima Eucaristía.
«Si se tratase de un asunto banal, podrías darte el lujo de errar en la respuesta, o incluso de no molestarte en dar respuesta alguna. Pero está en juego tu vida. Y con la vida no se juega. De alguna forma está también en juego tu relación con Dios, tu fidelidad a Jesucristo. Es algo, pues, muy serio»
(Cristo al centro, n. 2233).