¡Éste es el gran tiempo de la misericordia!
2015-01-11
Acto preparatorio
Para iniciar mi encuentro con Cristo.
Señor Jesus, anhelo permanecer en tu presencia. Me refrescas y llenas de luz mi alma. Estoy dispuesto a dejar a un lado todo lo que pueda distraer mi atención; sé que cuento con tu gracia para saber aprovechar las inspiraciones del Espíritu Santo. Quiero ser un dócil instrumento en tus manos para servirte a Ti y a tu Iglesia.
Petición (gracia/fruto que se busca)
Jesús, envía tu Espíritu Santo para que esta oración me ayude a comprender el inmenso don que recibí con mi bautismo.
Texto base para entablar el diálogo con Dios
Del santo Evangelio según san Marcos 1,7-11
En aquel tiempo, proclamaba Juan: "Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo." Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto."
Palabra de Dios.
Reflexiona lo que Dios te dice en el Evangelio, si te sirve, lee esto que dijo el Papa.
«La página del Evangelio de hoy subraya que, cuando Jesús recibió el bautismo de Juan en el río Jordán, “se abrieron los cielos”. Esto realiza las profecías. En efecto, hay una invocación que la liturgia nos hace repetir en el tiempo de Adviento: “Ojalá rasgases el cielo y descendieses!”. Si el cielo permanece cerrado, nuestro horizonte en esta vida terrena es sombrío, sin esperanza. En cambio, celebrando la Navidad, la fe una vez más nos ha dado la certeza de que el cielo se rasgó con la venida de Jesús. Y en el día del bautismo de Cristo contemplamos aún el cielo abierto. La manifestación del Hijo de Dios en la tierra marca el inicio del gran tiempo de la misericordia, después de que el pecado había cerrado el cielo, elevando como una barrera entre el ser humano y su Creador. Con el nacimiento de Jesús, el cielo se abre.
Dios nos da en Cristo la garantía de un amor indestructible. Desde que el Verbo se hizo carne es, por lo tanto, posible ver el cielo abierto. Fue posible para los pastores de Belén, para los Magos de Oriente, para el Bautista, para los Apóstoles de Jesús, para san Esteban, el primer mártir, que exclamó: “Veo los cielos abiertos”. Y es posible también para cada uno de nosotros, si nos dejamos invadir por el amor de Dios, que nos es donado por primera vez en el Bautismo. ¡Dejémonos invadir por el amor de Dios! ¡Éste es el gran tiempo de la misericordia! No lo olvidéis: ¡éste es el gran tiempo de la misericordia!» (S.S. Francisco, 12 de enero de 2014, homilía).
Diálogo con Cristo
Ahora inicia tu diálogo personal con Cristo, a partir de lo que el Espíritu Santo te ilumine.
Propósito
¿Qué te pide Dios ahora? Sé dócil y verás que lo vas a lograr.
Voy a pedir a Cristo, con jaculatorias durante todo el día, que me dé el agua viva de su gracia.
«Por el sacramento del bautismo te convertiste en templo del Espíritu Santo: no ahuyentes a tan escogido huésped con acciones pecaminosas, no te entregues otras vez como esclavo al demonio, pues has costado la Sangre de Cristo quien te redimió según su misericordia y te juzgará conforme a la verdad.»
(San León Magno, Sermón 1 en la Natividad del Señor)