¡Nos perdona acariciándonos! Comprendamos la misericordia de Dios..
2015-01-16
Acto preparatorio
Para iniciar mi encuentro con Cristo.
Padre, creo en tu presencia amorosa en este momento de oración. Creo en el inmenso amor que sientes por mí y sé que no merezco tu gracia ni tu misericordia, sin embargo no puedo vivir sin ella. Tú me llamas a salir de mi pecado y mi miseria para vivir en tu amor, como uno de tus hijos. Yo sinceramente quiero mostrarte mi amor.
Petición (gracia/fruto que se busca)
Jesús, Tú que tienes el poder para perdonar cualquier tipo de pecado, permite que esta oración me ayude a purificar mi pureza de intención en mi apostolado.
Texto base para entablar el diálogo con Dios
Del santo Evangelio según san Marcos 2, 1-12
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les preponía la palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados quedan perdonados."
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: "¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?" Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: "¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados..." Entonces le dijo al paralítico: "Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa." Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: "Nunca hemos visto una cosa igual."
Palabra del Señor.
Reflexiona lo que Dios te dice en el Evangelio, si te sirve, lee esto que dijo el Papa.
«Alguien podría preguntar: ´Pero, padre, ¿la misericordia no borra los pecados?´ No, lo que borra los pecados es el perdón de Dios. La misericordia es la forma como Dios perdona. Porque Jesús podía decir: ´Yo te perdono. ¡Vete!´, como le ha dicho a aquel paralítico que le habían bajado desde el techo: ´¡Tus pecados te son perdonados!´ Aquí dice: ´¡Vete en paz!´. Jesús va más allá. Le aconseja de no volver a pecar. Aquí se ve la actitud misericordiosa de Jesús: defiende al pecador de sus enemigos; defiende al pecador de una condena justa. También nosotros, cuántos de nosotros, tal vez deberíamos ir al infierno, ¿cuántos de nosotros? Y esa condena es justa... y Él perdona más allá. ¿Cómo? Con esta misericordia.
La misericordia va más allá y transforma la vida de una persona de tal manera que el pecado sea dejado de lado. Es como el cielo. Nosotros miramos al cielo, tantas estrellas, tantas estrellas; pero cuando llega el sol, por la mañana, con tanta luz, las estrellas no se ven. Y así es la misericordia de Dios: una gran luz de amor, de ternura. Dios no perdona con un decreto, sino con una caricia, acariciando nuestras heridas del pecado. Porque Él está involucrado en el perdón, está involucrado en nuestra salvación. Y así Jesús hace de confesor: no humilla, no dice ´Qué has hecho, dime ¿Y cuándo lo has hecho? ¿Y cómo lo has hecho? ¿Y con quién lo has hecho?´ ¡No! ´Vamos y de ahora en adelante ¡no peques más!´. Es grande la misericordia de Dios. ¡Nos perdona acariciándonos!(Cf. S.S. Francisco, 7 de abril de 2014, homilía en Santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ahora inicia tu diálogo personal con Cristo, a partir de lo que el Espíritu Santo te ilumine.
Propósito
¿Qué te pide Dios ahora? Sé dócil y verás que lo vas a lograr. Si te ayuda, te damos una sugerencia.
Hacer una visita a una capilla o iglesia cercana para hacer un acto de agradecimiento a Dios por los pecados que me ha perdonado a la largo de mi vida.
«Como nuestros pecados nos impiden en ocasiones dirigirnos a Él, viene Él a nosotros: viene a sembrar su palabra misericordiosa, y lo hace copiosamente»
(San Juan Crisóstomo, en Catena Aurea, vol. IV, p. 95)