ESTO TE LLEVARA 3 MINUTOS LEER
Y TE SERVIRÁ PARA TODA LA VIDA
No eres Tú, soy Yo...
¿Quién te hace sufrir?
¿Quién te rompe el corazón?
¿Quién te lastima?
¿Quién te roba la felicidad
o te quita la tranquilidad?
¿Quién controla tu vida?...
¿Tus padres? ¿Tu pareja?
¿Un antiguo amor?
¿Tu suegra? ¿Tu jefe?...
Podrías armar toda una lista de sospechosos
o culpables.
Probablemente sea lo más fácil.
De hecho sólo es cuestión de pensar un poco
e ir nombrando
a todas aquellas personas que no te han dado
lo que te mereces,
te han tratado mal
o simplemente se han ido de tu vida,
dejándote un profundo dolor
que hasta el día de hoy no entiendes.
Pero ¿sabes? No necesitas buscar nombres.
La respuesta es más sencilla de lo que parece,
y es que nadie te hace sufrir, te rompe el corazón,
te daña o te quita la paz.
Nadie tiene la capacidad
al menos que tú le permitas,
le abras la puerta y le entregues
el control de tu vida.
Llegar a pensar con ese nivel de conciencia
puede ser un gran reto,
pero no es tan complicado como parece.
Se vuelve mucho más sencillo
cuando comprendemos
que lo que está en juego es nuestra propia felicidad.
Y definitivamente el peor lugar para colocarla
es en la mente del otro, en sus pensamientos,
comentarios o decisiones.
Cada día estoy más convencido
de que el hombre sufre
no por lo que le pasa, sino por lo que interpreta.
Muchas veces sufrimos por tratar de darle respuesta
a preguntas que taladran nuestra mente como:
¿Por qué no me llamó?
¿No piensa buscarme?
¿Por qué no me dijo lo que yo quería escuchar?
¿Por qué hizo lo que más me molesta?
¿Por qué se me quedó viendo feo?
y muchas otras que
por razones de espacio voy a omitir.
No se sufre por la acción de la otra persona,
sino por lo que sentimos, pensamos
e interpretamos de lo que hizo,
por consecuencia directa de haberle dado
el control a alguien ajeno a nosotros.
Si lo quisieras ver de forma más gráfica,
es como si nos estuviéramos
haciendo vudú voluntariamente,
clavándonos las agujas cada vez
que un tercero hace
o deja de hacer algo que nos incomoda.
Lo más curioso e injusto del asunto
es que la gran mayoría
de las personas que nos
"lastimaron",
siguen sus vidas como si nada hubiera pasado;
algunas inclusive ni se llegan
a enterar de todo el teatro
que estás viviendo en tu mente.
Un claro ejemplo de la enorme dependencia
que podemos llegar
a tener con otra persona es cuando hace
algunos años alguien me dijo:
"Necesito que Enrique me diga
que me quiere aunque
yo sepa que es mentira.
Sólo quiero escucharlo de su boca
y que me visite de vez en cuando aunque
yo sé que tiene otra familia;
te lo prometo que ya con eso puedo ser feliz
y me conformo,
pero si no lo hace...
siento que me muero".
¡Wow! Yo me quedé de a cuatro ¿
Realmente ésa será la auténtica felicidad?
¿No será un martirio constante
que alguien se la pase
decidiendo nuestro estado de ánimo
y bienestar?
Querer obligar a otra persona
a sentir lo que no siente...
¿no será un calvario
voluntario para nosotros?
No podemos pasarnos la vida
cediendo el poder a alguien más,
porque terminamos dependiendo
de elecciones de otros,
convertidos en marionetas
de sus pensamientos y acciones.
Las frases que normalmente se dicen
los enamorados como:
"Mi amor, me haces tan feliz",
"Sin ti me muero",
"No puedo pasar la vida sin ti",
son completamente irreales y falsas.
No porque esté en contra del amor,
al contrario,
me considero una persona
bastante apasionada
y romántica,
sino porque realmente ninguna otra persona
(hasta donde yo tengo entendido)
tiene la capacidad de entrar en tu mente,
modificar tus procesos bioquímicos y hacerte feliz
o hacer que tu corazón deje de latir.
Definitivamente nadie
puede decidir por nosotros.
Nadie puede obligarnos a sentir
o a hacer algo que no queremos,
tenemos que vivir en libertad.
No podemos estar donde
no nos necesiten ni donde
no quieran nuestra compañía.
No podemos entregar
el control de nuestra existencia,
para que otros escriban nuestra historia.
Tal vez tampoco podamos controlar lo que pasa,
pero sí decidir cómo reaccionar
e interpretar aquello que nos sucede.
La siguiente vez que pienses que alguien te lastima,
te hace sufrir o controla tu vida, recuerda:
No es él, no es ella...
ERES TÚ quien lo permite y está en tus manos
volver a recuperar el control.
"Al hombre se le puede arrebatar todo,
salvo una cosa:
La última de las libertades humanas
-la elección de la actitud personal
que debe adoptar frente al destino-
para decidir su propio camino".
*Este es un ensayo de Viktor Frankl,
neurólogo, psiquiatra,
sobreviviente del holocausto y el
fundador de la disciplina; que conocemos
hoy como Logoterapia.