La salud es mi verdadera naturaleza. Si busco tener una mayor expresión de vida en mi experiencia actual, aprecio cada aspecto de mi ser. No permito que conceptos errados y creencias pasadas mantengan mi conciencia asida a lo que no deseo. Me pongo las manos sobre el corazón y tomo aire despacio y profundamente, apreciando el fluir armonioso de la vida divina en mí.
Tengo presente aceptarme plena y completamente. Aquí y ahora, acepto con compasión todas las cualidades que he juzgado o rechazado en mí, bien sean sentimientos de ira y tristeza o rasgos tales como la necesidad de controlar lo que ocurre a mi alrededor o una mente olvidadiza. Recuerdo que yo soy perfectamente sano, valioso y radiante. Dios me creó.