Nuevos murales se
apropian de los espacios de Buenos Aires
Estaciones de tren, instituciones culturales y hasta
paredones del Riachuelo son algunos de los lugares en donde se los puede
apreciar
Raiteri en la Casa Municipal de la Cultura
de Olivos. Foto: Diego Paruelo / AFV
Por iniciativa de organismos públicos
e instituciones privadas, los artistas locales embellecen ciudades y barrios con
sus obras. El arte mural tiene una tradición sólida en la Argentina. Quizás su
impulsor más notable, por un sentido de pertenencia al barrio que le había dado
cobijo en tiempos difíciles, haya sido Benito Quinquela
Martín. Pero hubo otros como él : Lino Enea
Spilimbergo, Antonio Berni, Noemí Gerstein, Raúl Soldi, Juan Carlos Castagnino y
Ricardo Carpani, en distintos contextos históricos, hicieron que los muros
hablaran o liberaran la imaginación de los
transeúntes.
Desde hace algunos años,
además, obras de artistas argentinos lograron que la espera en las estaciones
del subte porteño fuera más agradable.
Trabajos de Rogelio
Polesello, Luis Felipe Noé y Pablo Siquier, entre otros de Carlos Nine y
Quino, se pueden apreciar en andenes y túneles. Muchos barrios de la ciudad
de Buenos Aires cuentan con murales de artistas famosos o anónimos. La organización Buenos Aires Street Art (www.buenosairesstreetart.com/es) ofrece visitas guiadas
virtuales por obras individuales y grupales de artistas
callejeros.
"Mi comienzo como muralista
empezó en pequeño formato, en casa de clientes -cuenta Nushi
Muntaabski-. El primer mural en espacio público que hice, en San Telmo,
cambió mi mirada, ya que no había un cliente sino un ciudadano. Él es el
espectador del arte mural." Para Muntaabski, cada lugar, ciudad o provincia es
una tela en blanco, y de cada contexto se aprende algo. No es lo mismo pintar un
mural en la fachada del edificio de una empresa multinacional que en una escuela
pública o en una plaza. "Amo reproducir en la calle obras de otros artistas que
la gente puede ver en museos", dice. Se pueden ver sus obras en el túnel de la
Estación Dr. Cetrángolo de la Línea Mitre, sobre la calle Malaver; en la Planta
Isover, de la localidad de Lavallol y en la Estación San Martín de la Línea C
del subte, entre otros muchos espacios. Y en su página web:
www.nushimuntaabski.com/NEW/
Inés
Raiteri es una artista marplatense que experimenta con varios soportes
(www.inesraiteri.com.ar). Las referencias urbanas son para ella una tela
en la que un cuadro se pinta sobre otro. "La experiencia urbana es la que va
escribiendo un texto sobre nosotros. Hay cuerpo, trama, volumen, desplazamiento;
hay texto, olor, color e historia." Su mural emplazado en la Casa de la Cultura
de la Municipalidad de Vicente López (Ricardo Güiraldes 1060) tomó la paleta de
colores del entorno y las formas de aires neogóticos de la iglesia Jesús en el
Huerto de los Olivos, construida en 1939. Desde hace tres años, la Secretaría de
Cultura de Vicente López desarrolla el proyecto Viví Arte, que convoca a
artistas reconocidos para que intervengan espacios públicos. "Mi obra propone un
distanciamiento entre lo que el ojo puede ver y lo que no verá jamás", señala
Raiteri.
En la plaza adyacente de la estación
Caballito del Ferrocarril Sarmiento, con entrada por la calle Rojas, se luce
Ciudad Matasiete, mural que Diego Perrotta
hizo en colaboración con Omar Panosetti. Allí aparecen dos personajes
característicos de su producción: El Matasiete y El Diablo. "Son personajes
antagónicos -remarca Perrotta-. La figuración del mal y el justiciero y defensor
del pueblo. Sentí la necesidad de salir del encierro del taller para habitar el
espacio público."Su trabajo no aspira a ser un arte hermético. "Mi obra se puede
ver en la vía pública en los murales callejeros, en tapas de discos de rock, en
libros editados con músicos y poetas", agrega el artista (www.diegoperrotta.com.ar).
Esplendor, el
soñado sitespecific en el muelle Vuelta de Rocha, en el Riachuelo
de Buenos Aires, es obra de Paola Vega(www.paovega.blogspot.com.ar).
Está
hecho con pintura acrílica sobre el muro de contención del Riachuelo y ocupa
casi 200 metros de largo por 4 de alto. "Se hizo mediante un sistema de
andamiaje encastrado en el mismo paredón, que permitía desplazarse para pintar",
cuenta Vega. El proyecto fue gestionado y producido por Triba, un grupo que
produce este tipo de apuestas a gran escala en lugares públicos y otro tipo de
intervenciones. "Elegí el paredón de contención del Riachuelo porque podía
realizar allí una pintura que se fusionara con el paisaje y que a su vez
continuara a través del reflejo del agua", dice Vega. Su obra, inspirada en las
grandes pinturas horizontales de Claude Monet y en las de William Turner,
restituye a La Boca, barrio de murales por antonomasia, su prestigio como usina
del arte popular.