EL TREN DE LOS COFRES DORADOS
Estoy deambulando en el último tren
por los andenes vacíos,
voy envuelta en humo.
Las emociones pueden ser nocivas,
las guardo en los cofres
que acomodo en el alma.
Contemplo el panorama pasar vertiginoso,
¡Cuánta tristeza!
¡Cuánta soledad!
Van corriendo en caravana
amores viejos,
caricias desgastadas en los recuerdos.
Va llegando la noche fría
y el tren no se detiene.
Surgen de las sombras rostros,
aquellos que quise retener,
seguir mirando con los ojos nublados,
y se alejaron
por los senderos del adiós perpetuo,
del dolor eterno.
Solo espero que en el viaje
surja nuevamente la luz,
ver con claridad lo amado,
afectos encerrados en los cofres dorados,
aquellos que guardé en el alma
con la ilusión de volverlos a sentir.
Carmen Amaralis Vega Olivencia