La gestión del coronavirus impacta en la popularidad de los presidentes de América Latina: ¿quiénes son mejor y peor valorados?
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El pasado 12 de marzo, durante una eucaristía virtual transmitida desde el Vaticano, el Papa Francisco dijo que rezaba "especialmente por las autoridades" de todo el mundo, quienes deben "tomar decisiones difíciles que no gustan al pueblo".
Sin dudas, la crisis sanitaria, económica y social que genera la pandemia de coronavirus, pone a prueba la capacidad de gestión de todos los gobiernos. Especialmente, de los que enfrentan mayores dificultades, ya sea por sus niveles de pobreza, sistemas de salud precarios, recesiones, deudas, descontento social u otras cuestiones.
Menos de dos meses han pasado desde que se detectó el primer caso de la enfermedad en América Latina. Al día 2 de abril, la región ha superado los 188.000 contagios y más de 3.400 personas murieron tras haber contraído la enfermedad covid-19.
Con la aparición del virus en el continente, cada presidente ha tomado su propio camino a la hora de adoptar medidas para frenar la pandemia. Desde las cuarentenas más prontas y restrictivas, pasando por quienes intentaron demorar acciones preventivas para resguardar la economía, hasta posturas llamativamente relajadas en el manejo de la crisis. En todos los países esas decisiones reflejaron variaciones en la desconfianza o la aprobación de los ciudadanos.
"Van a morir, lo siento"
Brasil, el primer país en reportar un paciente infectado, el 26 de febrero pasado, suma más de 6.930 afectados y una cifra de muertos que superó los 240. Desde un primer momento, la administración de Jair Bolsonaro minimizó la problemática, a la que ha catalogado como una "gripecita", aunque, reconoció, una "gripecita" que puede tornarse fatal. "¿Van a morir algunos? Van a morir, lo siento", declaró.
Es que Bolsonaro se niega a aplicar una cuarentena como lo han hecho ya casi todos los países vecinos, porque considera que frenar la economía provocará un "desastre". Incluso desafió las recomendaciones de su propio Ministerio de Salud, desarrollando actividades en la calle, con asistencia masiva. Firme en su postura, se enfrentó a gobernadores distritales que han aplicado internamente un aislamiento social ante el incremento exponencial de casos.
La posición del jefe de Estado tiene un alto costo para su imagen: un estudio elaborado por la encuestadora Atlas Político, reveló que el 61 % de la población desaprueba la gestión del líder derechista frente a la pandemia. Además, entre el 18 y el 25 de marzo, su imagen negativa se elevó del 52 % al 57 %, mientras que la positiva cayó del 41 % al 39 %. En tanto, vecinos de varias ciudades del país protagonizaron cacerolazos desde sus domicilios, para rechazar el manejo de las autoridades.
Reacciones tempranas, otros resultados
La contracara de Brasil es El Salvador, uno de los países que ha tomado medidas profundas desde el principio. Según un sondeo de la encuestadora mexicana Mitofsky, realizado en 11 países de Latinoamérica, el presidente Nayib Bukele, quien además de aplicar una cuarentena total anunció un ambicioso plan para sostener la economía, es el mandatario mejor evaluado por su gestión frente al coronavirus, con un 97 % de aprobación.
Venezuela reporta un solo caso positivo por Covid-19 de transmisión comunitaria
9 junio, 2020 21:55
9 junio, 2020 21:55
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El vicepresidente de Comunicación, Cultura y Turismo, Jorge Rodríguez, detalló este martes que en Venezuela se reportó solo un caso positivo por Covid-19 de transmisión comunitaria, mientras que otros 158 son por transmisión internacional, registrándose hasta la fecha 2.632 del total de contagios.
Tras la reunión de la Comisión Presidencial para la Prevención, Atención y Control del Coronavirus, explicó de los nuevos casos 147 proceden de Colombia, 2 de Ecuador y 9 son por contacto con viajeros.
Asimismo, dio a conocer el fallecimiento de 1 paciente por coronavirus, correspondiente a uno de los primeros caso que viajó desde España a Venezuela, siendo el quinto caso reportado.
Rodríguez alertó que el verdadero riesgo de Venezuela en estos momentos, es la falta de atención del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien ha provocado el crecimiento excesivo de la curva de contagio en ese país.
Las estadísticas de recuperación se mantienen en 487, mientras que 2.122 casos continúan activos. Del total, 1.618 permanecen en hospitales, 489 en Centros de Diagnóstico Integral (CDI) y 15 en clínicas privadas.
En relación al retorno de connacionales a través de la frontera, Rodríguez apuntó que han ingresado 56 mil 276 venezolanos, de los cuales 34 mil 566 regresaron por Táchira, 12 mil 700 por Apure, 5 mil 930 por Zulia, 2 mil 491 por Bolívar, 300 por La Guaira y 117 por Amazonas.
Venezuela suma 1.758 connacionales positivos por COVID-19 a raíz de su retorno de países de la región. Explicó que solo entre el 9 de mayo y el 9 de junio, 1.647 migrantes venezolanos resultaron positivos por el nuevo Coronavirus.
Una segunda ola de coronavirus emerge en varias zonas de EE.UU.
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Tras el levantamiento de las restricciones impuestas para frenar la pandemia del coronavirus, una segunda ola de covid-19 empieza a afectar a varios estados de Estados Unidos, como Florida, Texas, Arizona y California, informó este miércoles Bloomberg.
"Se avecina una nueva ola en algunas partes del país", explicó Eric Toner, investigador del Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud. "De momento es pequeña y lejana, pero está llegando", añadió.
Hace aproximadamente un mes que se levantaron las restricciones en Florida y en los últimos siete días se han registrado en este estado 8.553 nuevos casos, más que en cualquier otra semana anterior. No obstante, y pese a realizarse más pruebas, las tasas de positividad siguen siendo bajas, de en torno el 5,5%.
En Texas hubo 2.504 hospitalizaciones este miércoles, lo que supone un aumento del 4,7%, el mayor incremento diario desde que empezó el brote.
En lo que se refiere a Arizona, el pasado 2 de junio alcanzó el máximo histórico de nuevos infectados, con 1.187. "[Arizona] sobresale como un pulgar dolorido en términos de un problema mayor", asegura Jeffrey Morris, director de bioestadística de la Universidad de Pennsylvania.
California ha registrado esta semana el mayor número de hospitalizaciones por covid-19 desde el pasado 13 de mayo, pese a que fue el primer estado en implementar las medidas sanitarias, que se han prolongado más tiempo que en otros lugares. Solo en el condado de Los Ángeles han fallecido 500 personas por el coronavirus durante la última semana.
Pese a que el recuento general de casos en todo el país ha aumentado poco menos de un 1% al comienzo de esta semana, el incremento más pequeño desde marzo, los expertos están preocupados por esta nueva oleada.
Los especialistas no están seguros de que el rebrote esté relacionado con una mayor actividad económica tras la reapertura de los distintos estados, ya que, por ejemplo, en Georgia se ha estancado el número de casos, aunque fue el primer estado en aliviar las restricciones. Asimismo, creen que aún es pronto para saber si las protestas masivas por la muerte de George Floyd han contribuido a aumentar el número de contagios.
Por otro lado, los expertos consideran que la nueva ola podría adoptar una forma distinta a la primera. "No está volviendo a ser exactamente lo mismo que antes, porque ya no somos exactamente como antes", indicó Lance Waller, profesor de la Escuela de Salud Pública Rollins de la Universidad Emory, en Atlanta.
Daniel Lucey, miembro de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América, comparó el nuevo paradigma del virus con un día en la playa. En su opinión EE.UU. se está preparando para otra "marea alta" como la que azotó la ciudad de Nueva York. Siguiendo con la metáfora, el experto recuerda que, aunque ahora haya una marea baja, "las olas siempre están llegando".
El covid-19 ya ha dejado más de 113.000 muertes y más de 2 millones de infectados en la nación norteamericana, según los últimos datos de la Universidad Johns Hopkins. Al menos 538.000 personas se han recuperado desde el inicio del brote.
Entre la incertidumbre, el dolor y las secuelas: la España postcoronavirus
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España comienza a dejar atrás la crisis sanitaria provocada por la epidemia de coronavirus, pero aún es difícil medir cuál será el alcance de las secuelas sociales de esta pandemia, saber cómo afrontarán miles de familias la muerte de sus seres queridos, a menudo en la distancia impuesta por el confinamiento; qué nuevos temores e incertidumbres se han instalado en uno de los países más afectados; o qué futuro les aguarda a los millones de españoles que han perdido su trabajo.
La normalidad vuelve poco a poco al país a medida que el confinamiento se va convirtiendo de forma paulatina en un asunto del pasado. De momento a España aún le quedan nueve días de estado de alarma, pero las calles ya han vuelto a recobrar parte de su movimiento, mientras que en las conversaciones en las terrazas de los bares ya no solo se habla del coronavirus: "Es muy liberador. Muy bien poder estar con mis amigos, disfrutar el tiempo, el pasear libremente", sostiene una transeúnte en las calles de Madrid.
Sin embargo, las mascarillas se han convertido en un recuerdo constante de la situación vivida y ha invadido todos los espacios públicos para recordar que la lucha contra la pandemia continúa: "Hay que tener mucho cuidado todavía, además en octubre dicen que volverá otra vez", afirma otro transeúnte.
España es el segundo país del mundo con más muertos con coronavirus por millón de habitantes, así como el que ha tenido más médicos infectados. Además, pese al mantra repetido por el gobierno de Pedro Sánchez de 'nadie se va a quedar atrás', Bruselas calcula que el PIB se desplome este 2020 un 9 %, casi el doble que en 2008.
Fallecer en soledad y sin despedida
El mayor drama lo han vivido las familias que han perdido a uno de sus miembros: "De repente lo tienen que entubar, ahí perdemos conexión porque hasta entonces estaba con el móvil y en tres o cuatro días sucedió el fatal desenlace, que por lo rápido que fue y lo sorpresivo, a todos nos descolocó bastante", cuenta Lorenzo Sanz sobre el final inesperado de su padre, quien fuera presidente del Real Madrid, a manos del nuevo virus.
Porque además del adiós definitivo, se lamenta también que haya sido en la distancia, sin poder despedirlo ni acompañarlo: "No haces nada, no puedes ir al hospital, al cementerio donde lo llevan. Como que te falta algo de hacer, una misa, juntarse los hermanos, llorar, abrazarnos, soltarnos", dice Sanz.
En las semanas de mayor sufrimiento de la crisis sanitaria, en los medios se multiplicaban las imágenes de esperanza, de ánimo, de solidaridad, como el reconocimiento a los sanitarios todos los días a las 8 de la tarde o los mensajes positivos en las ventanas de las casas confinadas.
Sin embargo, hay quienes piensan que no se ha enseñado la verdadera dimensión de esta crisis, la angustia de los médicos viendo como todos los días morían decenas de personas, el colapso de los cementerios o el sufrimiento de los familiares en las residencias de ancianos.
El psiquiatra José Manuel Gaona defiende que "vivimos, sobre todo en occidente, en una sociedad profundamente hedonista, que huye del dolor, del malestar, pero el dolor está ahí, no podemos evitarlo, ni debemos evitarlo. Porque en lo único que nos convertimos es en una sociedad totalmente infantilizada, fácilmente manipulable".
El verdadero punto negro: las residencias de ancianos
Durante estos tres meses, desde que la pandemia estalló, uno de los puntos más negros se ha localizado en las residencias de ancianos, donde han tenido lugar miles de muertes de mayores que se han ido sin poderse despedir de los suyos. Así, los geriátricos han sido el lugar donde se han sentido más desamparados por el Gobierno.
El director de la residencia 'Las Camelias', Miguel Jiménez cuenta que lo ha pasado "muy mal": "¿Cuántos han fallecido? Hubo una semana que veinte, una semana espantosa". El 18 de marzo cuando vio que se asomaba el desastre, Jiménez decidió quedarse a vivir en ese centro durante casi dos meses. Allí se pertrechó con su equipo médico, pero la reacción llegó tarde, en ese centro de Madrid fallecieron más de 70 personas: "Estamos todos enfurecidos, nos han abandonado totalmente. Para el gobierno no hemos existido las residencias de la tercera edad", explica.
Aunque las cifras todavía son confusas, se calcula que dos de cada tres personas fallecidas en España con coronavirus han muerto en una residencia de mayores. Esta crisis ha dejado en evidencia que los centros de la tercera edad no funcionan en situaciones críticas: algunas de las residencias no estaban medicalizadas, otras han visto vetada la derivación a hospitales de sus residentes en el pico de la pandemia.
En este contexto muchas miradas se han vuelto hacia la gestión de las propias residencias y se critica que todo el peso de la pandemia haya recaído sobre los trabajadores: "Hay muchas residencias donde los trabajadores no tienen hechos los tests, y el virus no está controlado", señala Juani Peñafiel, responsable de residencias de CC.OO.
Más de un año después de su elección, el excapitán ya no parece el Santo Grial de las soluciones, sino más bien el clásico ultraderechista pirómano dispuesto a todo con tal de conseguir o seguir en el poder, incluso dispuesto a combustionar el país para edificar un gobierno sobre las cenizas y las más que abundantes fosas comunes. Acompañado, además, por los sables.
Una temeraria gestión sanitaria para provocar el caos
No es que la gestión de la crisis en Brasil haya sido buena, mala o regular, es que ha sido temeraria. De hecho, desde una perspectiva sanitaria, Bolsonaro puede considerarse como un saboteador. Un saboteador que ha impedido que Brasil se beneficiara de las valiosas semanas que le proporcionó su afortunada localización en las antípodas de China.
Hoy, en Brasil, ya es imposible saber si la crisis política esconde a la sanitaria o al revés
Bolsonaro se alineó al comienzo de la crisis con otros líderes ultras, como Donald Trump o Boris Johnson, en el desprecio a cualquier medida drástica que redujera la libre circulación. Y puede que en un inicio ello pareciera razonable a tenor de las cifras reportadas por China, pero a primeros de marzo, los datos eran completamente distintos. Sin embargo, para los ultraderechistas, en general, priman las cuestiones económicas sobre las sanitarias, lo bursátil sobre lo vital, y quién sabe si, en el caso concreto del presidente brasileño, también subyace un intento de rebajar la creciente crisis política en el inicio de la pandemia. Sea como fuera, hoy ya es imposible saber si la crisis política esconde a la sanitaria o al revés.
A mediados de mayo, con más de 15.000 muertos y casi un cuarto de millón de contagiados el presidente carioca aseveró que "la salud es vida" para considerar esenciales los gimnasios… y los salones de belleza. En aquel entonces, Brasil se situaba como el país con la tasa más alta de contagios de los países estudiados por el Imperial College de Londres (54 en total) y habían rodado las cabezas de dos ministros de sanidad: Luiz Henrique Mandetta, el 16 de abril, y Nelson Teich, el 15 de mayo.
Los terribles datos actuales, más de 45.000 muertos y 900.000 contagios, pueden empeorar de manera considerable si tenemos en cuenta que muchos estados y municipios ya han iniciado un plan de relajación de las medidas de distanciamiento social, cuando no una casi eliminación total de las medidas, cuando todavía no se ha alcanzado el pico epidemiológico. Unas medidas que nunca llegaron a ser lo drásticas que sí fueron en muchos otros países y que fueron desobedecidas por gran parte de la ciudadanía debido al mencionado sabotaje presidencial, el cual incluyó la cura milagrosa –que no fue tal– de la hidroxicloroquina, un antimalárico que también recomendó Donald Trump, y una enorme difusión de noticias falsas en redes sociales que negaban la gravedad de la enfermedad.
Un ejemplo de la grave amenaza que se cierne sobre los brasileños la encontramos en el estado de Río de Janeiro, con más de 17 millones de habitantes, que ocupaba el segundo lugar en cuanto a fallecidos, más de 7.000, y contagiados, al menos 80.000. Y el primer puesto en cuanto a la tasa de letalidad, casi un 10%, el doble que la media del país. Hoy, las calles de Río se presentan con total normalidad, salvo por el uso de mascarillas y alguna otra medida menor. Las aglomeraciones son el día a día desde que, entre el 4 y 6 de junio, se reabrieran bares, centros comerciales, tiendas, restaurantes o iglesias. Una ruleta de muerte a cada evento cotidiano, cuyo coste en vidas humanas todavía está por dirimirse, agravada por la situación de la sanidad brasileña, cercana al colapso. De hecho, en Río las tasas de ocupación de los hospitales oscilaban entre el 75 y el 85%. Ya no hay que esperar para una cama en cuidados intensivos, pero el sistema está al máximo de la tensión que puede soportar sin colapsar. Un rebrote puede ser fatal.
Una batalla política para provocar tensión
Se puede dudar si el caos sanitario provocado, especialmente por el presidente y sus partidarios, ha sido casual o intencionado, aun cuando Bolsonaro, como excapitán, difícilmente puede ignorar la máxima militar que afirma que orden más contraorden es igual a desorden, pero queda fuera de toda duda que la tensión política actual, escenificada en una refriega con los poderes legislativos y judiciales brasileños, forma parte de una operación político-militar.
El juez Alexandre de Moraes, del Tribunal Supremo, ordenó el arresto de seis ultraderechistas radicales –afines a Bolsonaro– por violación de la Ley de Seguridad Nacional al celebrar actos contra la democracia en plena pandemia y atacar con fuegos artificiales la propia sede del Tribunal Supremo. Los manifestantes, entre los que destacó Sara Winter –una ultraderechista inusual por haber abrazado en el pasado el feminismo–, líder de '300 de Brasil' y también detenida, solicitaron una intervención militar que cerrara tanto el Congreso como la Corte Suprema. Pero no es solo que los radicales tuvieran afinidad por el presidente, sino que a sus manifestaciones asistieron tanto el propio Bolsonaro –a caballo– como su controvertido ministro de Educación, Abraham Wintraub.
Las declaraciones de Bolsonaro aseverando que los militares no cumplirían órdenes absurdas sitúan a Brasil al borde del golpe militar, máxime porque fueron realizadas en presencia del vicepresidente de Brasil, el general retirado Hamilton Mourao, y el ministro de Defensa, Fernando Azevedo
No obstante, el principal problema de Bolsonaro no se encuentra en enfrentar un problema, sino una confluencia de problemas. Está rodeado, que se diría:
La dimisión de Sergio Moro, ministro de Justicia y ajusticiador de Lula, abrió una fisura judicial y política al ser acompañada por la denuncia de injerencias del presidente en el poder policial, cuestión que se encuentra bajo investigación, y la protesta por los coqueteos presidenciales con políticos corruptos.
La crisis económica ya acechaba al país mucho antes de la llegada de la pandemia –y de Bolsonaro–, desde al menos 2014, y las perspectivas más optimistas auguran un desplome económico considerable de una ya debilitada economía.
La crisis sanitaria causada por la covid-19 y agravada por la caótica y nefasta gestión no parece ni que haya concluido ni que esté cerca de hacerlo.
La crisis interna provocada por el fracaso de la militarización del país como solución al aumento de seguridad.
Y, finalmente, la crisis política cimentada, por un lado, en un proceso judicial que podría anular la victoria electoral de Bolsonaro y, por otro lado, en una minoría en el Congreso que genera un escenario de debilidad presidencial con enormes riesgos de impeachment exitoso, como los que sufrieron en su momento Dilma Rousseff o Collor de Mello.
Ha sido esta confluencia de múltiples circunstancias la que ha provocado la confrontación y desesperación del presidente y su reciente apoyo en el Ejército aseverando, al respecto de su posible destitución, que los militares no cumplirían órdenes absurdas. Unas declaraciones que sitúan a Brasil al borde del golpe militar, máxime porque fueron realizadas en presencia del vicepresidente de Brasil, el general retirado Hamilton Mourao, y el ministro de Defensa, Fernando Azevedo, tras un fallo del Tribunal Supremo que delimitó las funciones militares. No solo eso, sino que el ministro de Educación, Abraham Wintraub, calificó a los magistrados como vagabundos.
Ahora se especula con un posible cese lo más honroso posible de Wintraub para rebajar tensión, pero la realidad es que la situación en Brasil se encuentra al límite y no parece que un cese pueda reconducir el escenario. Máxime si tenemos en cuenta que se avecina una terrible crisis financiera y que, con la temeridad actual, nadie puede descartar una nueva crisis sanitaria. Brasil se la juega a vida o Bolsonaro y no parece que pueda ganar.
MADRID (Sputnik) — La pésima gestión de la pandemia llevada a cabo por el líder conservador Boris Johnson está conduciendo al Reino Unido al descontrol más absoluto. Hasta el semanario británico The Spectator, donde el político trabajó como director entre 1999 y 2005, afirma que no está preparado para gobernar.
"Incluso si consideramos la posibilidad de que no se haya recuperado completamente de su reciente enfermedad y, al hacer esta concesión, tendemos a permitir más el beneficio de la duda que tradicionalmente se dispensa a los primeros ministros, sigue siendo muy difícil construir una defensa coherente de los recientes actos del primer ministro", reza la columna firmada por Alex Massie.
Massie sostiene, con mucho juicio, que en estos tiempos de extrema incertidumbre una parte importante de la responsabilidad de cualquier jefe del Ejecutivo reside en su capacidad para inspirar tranquilidad. Y esa capacidad ahora es ínfima o casi nula en el caso de Johnson.
"Tiene la mayoría en la Cámara de los Comunes, pero la confianza popular está menguando de forma palpable", escribe el comentarista de The Spectator, la revista semanal más longeva del mundo, fundada en 1828. Este artículo tan negativo supone un punto de inflexión.
La gota que colmó la copa
La gota que colmó el vaso, la última prueba del desprecio de Johnson hacia el ciudadano fue el escándalo protagonizado por su asesor jefe. Dominic Cummingsse saltó a la torera el confinamiento total decretado a finales de marzo.
El consejero especial del número 10 de Downing Street se trasladó en su coche desde Londres hasta Durham, una localidad en el noroeste de Inglaterra, a 370 kilómetros de distancia de Londres, para ver a sus padres, aunque tanto él como su esposa tuvieran entonces síntomas compatibles con el COVID-19. La justificación que ofreció el ayudante de Johnson fue que querían dejar a su hijo de 4 años al cuidado de su familia cercana y que ellos estuvieron aislados 14 días en una vivienda próxima, sin contacto con los padres de Cummings, ambos septuagenarios y, por tanto, incluidos en el grupo de alto riesgo de contacto. Y esa no fue la única vez que rompió la cuarentena por razones personales.
Finalmente, aunque a regañadientes, Cummings reconoció los hechos develados en mayo por dos periódicos nacionales, pero no pidió disculpas. Ofreció una rueda de prensa inédita, en la que dijo que había actuado "razonablemente". Esa respuesta arrogante desató la ira popular, incluida la de un buen número de diputados conservadores inundados de cartas furibundas de sus respectivos electores, quienes se preguntaban en qué medida Cummings es diferente a los miles de británicos que no pudieron ir a los funerales de sus familiares o que no pudieron acompañar a sus hijos al tratamiento de cáncer.
Muchos votantes 'tories' se enfrentaron a una situación similar durante el confinamiento obligatorio y no actuaron como él, de forma tan egoísta. Se quedaron en casa porque así lo había ordenado el Gobierno. Lo peor de todo esto es que Cummings no fue destituido. Ni amonestado en público. Johnson aceptó sus argumentos y le respaldó en el puesto, lo que abonó el descontento social. Esa torpeza no quedará en el olvido cuando se coloquen de nuevo las urnas.
Una gestión confusa y caótica
En medio de una situación económica muy difícil —el Producto Interior Bruto cayó en abril un 20%— y abiertas las complicadas negociaciones post-Brexit con la Unión Europea, Johnson ha desarrollado una política confusa, caótica y cortoplacista para enfrentarse al implacable ataque del coronavirus.
El nuevo líder laborista británico, Keir Starmer, 57 años, sustituto desde abril del prescindible Jeremy Corbyn, lo dejó muy claro: "Habíamos pedido una estrategia de desescalada, pero parece que tenemos una desescalada sin estrategia". Y eso suena extremadamente peligroso dado que el balance de víctimas mortales supera ya las 41.000 personas, situando al Reino Unido a la cabeza de las naciones con más fallecidos de toda Europa, por delante de Italia, Francia y España.
El confinamiento total empezó oficialmente en el Reino Unido el 23 de marzo —en Italia, el 9; en España, el 14; en Francia, el 17—. Duró siete semanas y empezó a suavizarse el 10 de mayo, cuando Johnson decretó la apertura de algunas tiendas no esenciales, entre otras medidas. Es decir, la desescalada va más deprisa que en otros países europeos con menos contagios y muertos, aunque la cuarentena empezó más tarde para dañar menos a los mercados.
Este último dato ha tenido como efecto un mayor coste de vidas, porque cuanto más alto es el número de infectados por el virus cuando se imponen las restricciones, más elevado es el número de fallecidos.
Los pasos contradictorios del primer ministro
Johnson no solo tardó en aplicar las medidas de restricción de la movilidad, sino que también dio pasos contradictorios. Primero apostó por la "inmunidad de rebaño", es decir, por el contagio masivo de la población. Luego dio marcha atrás, consciente de la barbaridad que era eso. Al principio tenía previsto abrir las escuelas el 15 de junio, pero posteriormente aplazó hasta septiembre esa apertura, presionado por la resistencia de padres y educadores.
Otro fiasco ha sido la imposición, desde el pasado 8 de junio, de 14 días de cuarentena a todas las personas que entren en el Reino Unido desde el extranjero. Esa decisión se está tambaleando porque España amenaza con hacer lo mismo con los turistas ingleses que quieran bañarse en Benidorm. Es lo que lo diplomáticos llaman "reciprocidad". Además, tres líneas aéreas que operan desde las islas —British Airways, EasyJet y Ryanair— piensan llevar al Gobierno de la reina Isabel II ante los tribunales por lo que consideran un flagrante "error" que solo mina la debilitada economía.
Este es el lamentable panorama. La percepción sobre Johnson no ha mejorado nada desde que, el 5 de abril, fuera ingresado en el hospital Saint Thomas de Londres a consecuencia del coronavirus y pasara tres días en la unidad de cuidados intensivos. Estuvo casi un mes de baja. De hecho, su índice de popularidad ha caído nada menos que 40 puntos desde mediados de abril, un descenso brutal provocado no sólo por el citado caso Cummings sino también por su política errática.
"Un pesimismo generalizado". Es así como describe el ambiente en España Carlos Uriarte Sánchez, profesor de Derecho de la Universidad Rey Juan Carlos, en Madrid, quien compartió con Radio Sputnik unas estadísticas nada optimistas que constatan lo dañino que está resultando la pandemia del coronavirus para la situación socio-económica del país.
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Indicó, particularmente, que el producto interior bruto (PIB) caería un 10%, y esto "en el mejor de los casos", al tiempo que "la oposición al Gobierno habla de un 15% de caía del PIB".
Tampoco son alentadores los datos referentes a la deuda y el desempleo, que se incrementarían hasta un 125% y un 19% respectivamente, unas "cifras nada buenas ni positivas".
Los sondeos demuestran asimismo que los españoles están más preocupados por la crisis económica [un 35%] y el paro [un 32%], que por "la propia crisis sanitaria del coronavirus", apuntó.
Agregó que el bienestar ciudadano queda reflejado también en los planes para este verano, donde más del 65% de la población tiene previsto quedarse en casa durante sus vacaciones, mientras que un 90% "de los que dicen que sí se irán de vacaciones, lo hará solamente dentro de España".
"Estamos en una situación que comenzó siendo una crisis sanitaria, y que se ha convertido en una crisis económica con una dimensión social fuerte y grande", resumió el docente.
Al mismo tiempo, Carlos Uriarte Sánchez expresó su confianza en que las autoridades, con todas las divergencias que hayan en el seno de un Gobierno de coalición, estén "tomando medidas más o menos razonables".
"Porque también estamos en el marco de la UE y desde la Comisión Europea [CE] se nos marca también una hoja de ruta de la que España tampoco se puede salir. Si nosotros queremos recibir todos esos paquetes de ayudas para la reconstrucción que ha aprobado la CE, tenemos que movernos también dentro de un marco", indicó el experto.
MOSCÚ (Sputnik) — Unos 30.000 casos del coronavirus SARS-CoV-2 se detectaron en las últimas 24 horas en EEUU, informó la Universidad Johns Hopkins, que resume datos de las autoridades federales y locales, así como de los medios de comunicación y otras fuentes abiertas.
De acuerdo con los datos de la institución, en la última jornada el país norteamericano registró 29.909 infecciones, con lo que el número total ascendió a 2.222.576.
El balance de fallecidos, tras registrarse 678 más en un día, alcanzó 119.131.
Por otro lado, la universidad reveló que más de 606.000 pacientes se recuperaron.
Al nivel mundial, de acuerdo con los datos de la institución estadounidense, actualmente hay más de 8,6 millones contagiados del virus, que se llevó la vida de más de 460.000 personas. Más de cuatro millones de enfermos lograron vencer la enfermedad.
Brasil registra 1.022 muertes por el coronavirus en un día y la cifra total se acerca a 50.000
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1.067.579 personas han sido diagnosticadas con la enfermedad en el país desde el inicio del brote.
En Brasil, el número de fallecidos por el covid-19 se ha incrementado en 1.022 desde ayer, aumentando el saldo mortal de la pandemia hasta 49.976, informan los medios locales con referencia al Ministerio de Salud del país.
En cuanto al total de contagiados, se han registrado 1.067.579 casos. De ellos, 34.666 se han detectado en las últimas 24 horas.
Según los datos recolectados por la Universidad Johns Hopkins, Brasil es el segundo país más afectado por la pandemia, tanto en casos como en fallecimientos. Lo precede solo EE.UU., donde se han confirmado 2.247.220 contagios y 119.551 muertes por la infección. Al mismo tiempo, Brasil lidera en nuevos casos diagnosticados, superando a la nación norteamericana en unos 10.000 pacientes diagnosticados diariamente.
Pese a que el pico de la curva de contagios se estima en julio, algunas grandes ciudades ya han abierto gradualmente sus actividades, como Río de Janeiro y Sao Paulo.
El Grupo Temporal de Trabajo del Gobierno ha considerado que el cumplimiento de los indicadores permite autorizar el inicio en La Habana de la primera etapa de recuperación, en su primera fase