Con el indice en tus labios sonriente, y con tu mirada, prometiendo goces, ante mi apareciste de repente, como al conjuro de mil voces.
Y abriendo la puerta de tu alcoba, corriste la cortina para darme paso, -Entra- dijiste con voz tan queda como un temblor agónico de raso.
Tenias en la mesita dos copas servidas, de un espumante champaña bebimos, rimamos todos los disminutivos, y con un divino verso terminamos...
JOSE RAUL
|