Vuelve a surgir ese torrente de acuarelas al tocarte.
De tu vientre las naves surcan el precipicio del espacio.
Barcarolas que emergen cuando fluyen los latidos.
Vuelvo a sentir el pincel de los amores:
un río de bengalas saturado,
ese delirio por tus ojos de un negro iluminado.
Gacela sigilosa del monte y de mis versos:
pintura de mis manos que se encienden al palparte.
Vuelve a tocarme con tus dedos de colores,
del cordel de lunas y el tinte de la suave noche.
Déjalos callados un momento
y que me hablen ellos su lenguaje:
lo que sientes al mirarme, lo que siento al mirarte.
Déjame tocarlos en el satín de tus encantos.
Vuelve a resurgir ese torrente que arrebata,
que desborda y que apasiona,
que me deja acariciarte
hasta encontrarme en tu camino.
Vuélvete el instante de una noche.
Espárcete sobre su manto hasta que cante el alba.
Riégate como la luna de la escarcha y madrugada.
Descúbrete como la gota
y deja que te sienta como el pecho de mi alma.