Eres una joya con despampanante cuerpo, de jazmín y rosa, como serpertina, y sonriendo apenas descubrí sus dientes, mas blancos y puro que la nacarina.
Sus labios rojos, imán del deseo, temblaban anciosos por un beso, labios sensuales y pefectos, fragantes como aquellas rosas de te.
Y cai, en sus brazos de la vampireza, que me dio el encanto de su hechicería, y su cuerpo hermoso, lujurioso y sano, era una serpiente que se retorcía.
Pasarón los años de aquella aventura, aún me torturán esos instintos traviesos, porque todavia siento palpitantes, las brazas ardientes de sus largos besos.
JOSE RAUL
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