No te calman la fiebre de tu vientre amoroso, ni el placer solitario de tu figura armoniosa, ni las locas caricias de un amor caprichoso, estrangula los sentimientos de ésta esclava.
En sus movimientos de danza se desnuda y agita, a la luz indecisa de un sutil pebetero, y un anhelo indecible y una angustia infinita, martirizan su mente con garras de acero.
Y de todas sus ansias, le llega el desmayo, se retuerce en esperanzas de un amor imposible, en los brazos de un poeta inresistible.
JOSE RAUL
|