MEDITACIONES BAJO EL SOL
Idolatrado sol,
me traspasan tus cálidos fulgores,
vivos, brillantes y deslumbradores,
se funde con mi carne tu caricia,
borbotea mi sangre, ¡qué delicia
tu lumbre y mi arrebol!.
Hoy late tu calor
sobre mi piel; tu ardiente tacto rojo
abrasa el fruto seco de mi abrojo,
florece en mi interior la fantasía
con nuevo tallo y savia de alegría,
con pétalos de amor.
Vehemente sensación
efluvio de recónditas pasiones,
un volcán de encendidas emociones,
un ciclón de deseo desbocado,
una oleada de carnal dictado,
de humana religión.
¡Que me abrace tu fuego!,
¡que me embriague el color de su hermosura!,
¡que me inflame la fría arboladura!,
¡que ilumine mi ciega oscuridad!,
¡que llegue a mi interior su claridad
y encuentre, al fin, sosiego!.
Amado resplandor,
hoy me ofrezco a tus rayos, fiel amante,
y tu roce caliente y excitante
enardece mi ardor, tus blancos besos
van liberando mis sentidos presos
en cárcel de dolor.
¡Qué inmenso es el placer
de percibir mi renacer vital!,
tu fuerza, tu energía celestial
me eleva al infinito, crece el alma
en sutil, soñadora, dulce calma.
¡Qué suave adormecer!.
Se oculta tu figura...
tiembla mi ser por honda destemplanza
y se condensa en negra lontananza
volviendo al cuerpo helado, estremecido
ante la brusca realidad, sumido
en ruin arquitectura.
Reflejo de la muerte
es la monotonía, en el verano
se vislumbra el rumor de algo lejano,
caricatura de un vergel eterno;
¿renacerán las sombras del averno
cuando el alma despierte?.
Son nubes de la envidia,
de hueca vanidad, de instintos bajos,
de avaricia encubierta con andrajos
de amor, de hipocresía y falsedad
que dañan, tergiversan la verdad
con nimbos de perfidia.
Son nieves del olvido,
del abandono, irresponsable juego;
se aparta el corazón de humano apego
en un alud de indiferencia fría
y surge el vendaval de la apatía
con su triste gemido.
Son lluvia de perdones,
son lágrimas que limpian pensamientos
y arrastran de la mente sufrimientos.
Los ojos ven más claro tras el llanto,
tras descorrer del horizonte el manto
de negros nubarrones.
¡De nuevo brillas, sol!,
palpitas en las ondas, tu presencia
se hace visible al dar nueva existencia
a aquello que iluminas, sólo quiero
mirar al rostro etéreo, al mensajero,
no al material guiñol.
Visión de un espejismo
tu blanca luz, son siete tus colores,
e inmaculadas son las bellas flores
sembradas en la carne, siete auroras
sobre tierras infestas, pecadoras
de orgullo y egoísmo.
Detesto la envoltura
que ahora me impide contemplar a Dios,
corteza de pasiones yendo en pos
de las pequeñas ambiciones, vanos
reflejos de la gloria, los mundanos
disfraces de ventura.
¡Que vea la verdad!,
si brilla el sol se ocultan las estrellas.
¡Qué mi alma sea arcón de ideas bellas!.
¡Que el amor sea el faro de mi puerto!.
¡Que sacie el mar la sed de mi desierto
con fe y con caridad!.
El alma iluminada,
como espejo divino, es el candor,
el arco iris de místico clamor,
el rayo de infinito, de grandeza
encerrada en un cáliz de impureza,
crisálida dorada.
La nueva claridad
da a mi vida valor, significado,
irisación mental, fuego sagrado,
llama interior que enciende la quimera
de mi camino, en su final frontera
con la felicidad.
Es la figura humana
estalagmita que se eleva al cielo,
su base una peana sobre el suelo,
y alegoría celestial, no un mito,
su vértice apuntando al infinito,
a una región lejana...