Una mañana cuando el joven mortimer iba camino a la escuela divisó a un costado del bosque un enorme nogal cargado de nueces. Sorprendido porque nunca lo había visto, se acercó sigilosamente hasta el alambrado y evaluó de un vistazo las posibilidades de robar algunos de los frutos sin ser atrapado, rapidamente se dio cuenta de que no era un trabajo para hacer en solitario, necesitaría ayuda si quería comer esa noche nueces en su pudín. Al llegar a la escuela le contó a sus futuros complices lo que había visto y decidieron dar el golpe esa misma tarde. Así fue, al salir de clases mientras Mortimer vigilaba el sendero para evitar ser atrapado uno de sus amigos hacía de pilón para que el más agil y pequeño de los tres trepara por el tronco e hiciera caer las nueces. Apenas el joven centinela vió que un carro se acercaba dio la alarma y los otros recogieron las nueces derribadas y salieron corriendo para encontrarse con él en el bosque, allí jadeando y riendo los ladronzuelos vaciaron los bolsillos y miraron con satisfacción el pequeño montoncito de nueces conseguidas. Hay que repartirlas dijo uno, si, dijo el otro, ¿cuantas son? Preguntó el tercero. Y contaron…. 1, 2, 3, 4, …. Eran 17 , los 3 se miraron mientras multiplicaban buscando alternativas en la tabla del 3…3 x 4, 12 .. 3 x 5, 15… 3 x 6, 18! El joven Mortimer tomó la palabra.
- Ya que soy yo el que dio la información. Creo evidente el reparto que hay que hacer: 5 para cada uno y las restantes dos para mí.
- En todo caso –dijo el que había trepado-. Una para ti y otra para mí, porque si yo no hubiera subido…
- Un momento –interrumpió el tercero-, que si yo no te hubiera sostenido nunca habrías podido coger ni una sola nuez. Así que… Y como no pudieron llegar a un acuerdo, decidieron preguntarle al viejo sabio que vivía en el claro del bosque, él los ayudaría. Lo encontraron como siempre, en su cabaña, le explicaron el problema del reparto. Y quereís que reparta las nueces por vosotros dijo el viejo después de escuchar:
- Sí –dijeron los tres.
- ¿Y cómo quieren que lo haga? –preguntó el anciano- ¿Como a mí me parezca o naturalmente…?
- No. Como a ti te parezca no. Queremos un reparto natural, lo mas natural que puedas… -dijeron los tres casi a coro.
El viejo contó las nueces y luego le dio al que había hecho el sostén 11 nueces. Al que había trepado 4 y a Mortimer solo 2 nueces.
- ¿Qué es esto? –preguntaron todos- estaban descontentos los tres, te dijimos naturalmente, no como tú quisieras… El viejo encendió su pipa y dijo:
- Si yo lo hubiese hecho como yo quería, hubiese sido más equitativo. Hubiese puesto en manos de cada uno cinco nueces, hubiera abierto las restantes dos, habría agregado a vuestra posesión media nuez más para cada uno y me hubiera comido la última mitad en pago de mi participación, para no favorecer a ninguno de los tres. Pero vosotros me pedisteis que fuera un reparto natural. Pues bien, es hora de aprender, la naturaleza es así, a unos les da mucho, a otros algo menos y a algunos no les concede casi nada.
Pasaron muchos años. Mortimer se volvió primero periodista de un importante diario del Reino Unido, luego jefe de redacción y después de mucho trabajo, dueño de la Gaceta Británica.
El epígrafe de cada número era siempre el mismo, decía: “La realidad de la vida no es equitativa porque, por mucho que nos moleste, para la suerte no todos somos iguales.”
La realidad de la vida no es siempre equitativa, es más la mayoría de las veces es bastante injusta, esto no debería desanimarnos ni mucho menos ser utilizado como argumento para sostener otras injusticias más humanas, por el contrario saber esto debería reafirmarnos en el compromiso vital de cada persona con su entorno, acomodar las distorciones que plantea el desigual reparto de recursos y posibilidades para luchar por igual por nuestra felicidad y la de todos.
Autor: Paulo Coelho