¿Qué viene antes, el hola o el adiós? Tal vez en el tiempo el hola ocupa su primer lugar cronológico, pero en el caminar diario el "hola" bien puede venir después de cerrar un ciclo, una frase de nuestra vida.Cuando se acaba una fase de la vida, del trabajo, de las relaciones tal vez lo más saludable es el saber acoger, el estar abierto a lo nuevo, el querer dejar entrar en nuestra vida nuevos valores, nueva información, nuevas experiencias que nos hagan sentir que estamos vivos.
¿Te has encontrado en alguna ocasión en una circunstancia en la que te has encontrado con una nueva persona o situación y no has estado totalmente abierto a ella? ¿Qué ha pasado, qué has sentido? Muchas veces la falta de confianza, la inseguridad o el desconocimiento de la nueva realidad ha hecho que nos atrincheremos, que cerremos las puertas y ventanas a lo nuevo y nos quedemos inmóviles ante esas circunstancias, personas o hechos. No dejamos que penetre en nosotros el flujo de vida.
¿Qué nos pasa cuando miramos de frente, sonreímos, abrazamos, besamos o nos damos, simplemente la mano? Es un hola que nos abre al otro, a conocerlo, a dejarnos enriquecer por su vida, su experiencia, sus valores, sus ideas y sus creencias. El entusiasmo y el querer profundizar son el eje central de nuestra relación con esas personas.
Ante la vida, el dolor y las nuevas circunstancias hay algo que es importante: estar abierto, interesarnos por ello, querer aprender, saber enriquecerse y todo ello surge desde el dialogo, interés, respeto y reconocimiento de las personas o de las realidades que están ahí presentes. Abrirse e informarse, interés por el otro o por la nueva situación. ¿Qué aprendo yo de cada circunstancia de la vida? ¿A qué me invita? ¿Qué nuevos recursos tengo que desarrollar?
Decir Hola a la vida, cada día, es abrirse a lo inesperado que yo puedo aportar en cada situación. ¿Me cuesta abrirme a las nuevas circunstacias?